Larguísimo fin de semana, e intenso. Empezó el jueves por la tarde, con la primera sesión personal hacia el Womad, y acaba ahora mismito, que llego a casa de la romería de mi pueblo.
El Womad este año como nunca. La organización fabulosa pero lo mejor los carteles gigantescos que ha puesto "Marca Extremadura" por la ciudad de Cáceres. Tres modelos diferentes, con sus tres fotografías y mensajes dirigidos a los jóvenes, que se repetían por edificios nuevos y antiguos: "Debería estar acabando el informe de contabilidad", "Ha recorrido muchos kilómetros para llegar a Cáceres" y "Debería estar cenando con sus suegros". Una campaña actual, impactante, magnífica. Se nota que esto va tomando otros colores y otros derroteros. Por fortuna.
La Romería al Salor del pueblo de Montánchez mucho más tranquila, excesivamente diría yo. Mucho aire, mucho sol y mucha alergia. Vengo quemado por dentro y por fuera. Menos mal que hemos estado juntos la familia y los amigos. Un día de campo de esos bonitos y de convivencia. Yo recuerdo que desde muy pequeño veníamos todos juntos a esta ermita de la Virgen del Salor cerca de Torrequemada; la imagen del puente y de la vieja pero fantástica iglesia solitaria entre encinas y cigüeñas están perfectamente localizadas en mi memoria. La pena es que Montánchez, en esto como en otras cosas, camina desunido. Esta romería necesita un cambio radical, y rápido. Lo hemos estado comentando mientras nos despedíamos. Veremos al año que viene.
Pues eso, las dos caras de la moneda: aglomeración, desfase y total despersonalización frente a la tranquilidad y lo más cercano... Lo peor, que mañana es lunes lunero y pasado martes cascabelero.