sábado, 19 de mayo de 2007

Patrono de los poetas de lengua española

Fue un 18 de mayo de 1993 cuando Juan Pablo II proclamaba a San Juan de la Cruz patrono de los poetas de lengua española. El Papa en 1948, antes de ser Papa, se doctoró en Teología con una tesis sobre el tema de la fe en las obras de San Juan de la Cruz (Doctrina de fide apud Sanctum Ioannem a Cruce) y desde entonces mantuvo su interés y estudio constante por los versos del poeta español más ascético-místico de nuestro Renacimiento. Se le ocurrió ya de Papa nombrarle Patrono, como homenaje personal, y así lo hizo.
Se me antoja en una revisión de este poeta que tanto admiro, recordar aquí esa doble lectura ya archiestudiada que camina entre los planos religioso y amoroso. Me encantó descubrir en La Biblia el Cantar de los cantares y leer a San Juan en clave erótica. Todavía hoy lo hago cuando lo explico a mis alumnos en clase y verdaderamente disfruto. ¿Qué hace en el libro de los libros un canto al amor libre? ¿Por qué Juan de la Cruz juega con la controversia de amado y amada como Dios y el alma? Disfruto de verdad viendo los ojos abiertos y oyendo los cuchicheos acompañados de risas cómplices de mis alumnos... son las mismas reacciones que yo tuve la primera vez.
En la celebración del centenario de Alberti en Granada compartí con Joaquín Sabina varios días, por fortuna. Para mi sorpresa recitó una noche prácticamente de memoria el Cántico espiritual. Lo recuerdo con un wiski en la mano, riendo maliciosamente, cuando al llegar al final de la estrofa 38 comenzó a contonearse casi de manera lasciva y a susurrarnos:
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Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos yremos
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos
y el mosto de granadas gustaremos.
Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día.
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Qué buen lector Sabina; qué buen amante San Juan de la Cruz. Seguro que Juan Pablo II además de la fe también admiró mucho la humanidad de nuestro Patrono, porque no olvidemos que fue tan humano como él. Y, según se oye últimamente, tan santo.