Hace unos días leía en el blog de Álvaro Valverde la noticia de la publicación de algunos recientes homenajes a Ángel Campos Pámpano. Con humildad, respeto y mucha admiración yo he aportado mi "poemita de arena" en el que se le ofrecidó hace meses a nuestro añorado poeta desde las páginas de la cacereña revista Alcántara, de la Diputación de Cáceres.
Es el número 69 (julio-diciembre de 2008) y se decidió acertadamente que este "In memoriam. Ángel Campos Pámpano" se publicara (además de en la propia revista) en forma de separata. Estos son los colaboradores en orden alfabético de este cuadernillo especial (además de una breve presentación no firmada de Teófilo González Porras): Charo Alonso, Luciano Feria, Julio César Galán, Teresa Guzmán Carmona, Hilario Jiménez Gómez, Luis Mateo Díez, Antonio Pacheco, Mª Ángeles Pérez López, Antonio Reseco, Juan Carlos Rodríguez Búrdalo, Antonio Sáez Delgado, Ada Salas, Irene Sánchez Carrón, Basilio Sánchez, Agustín Villar y José Antonio Zambrano.
Todo este número de Alcántara (incluido el especial en memoria de Campos Pámpano) puede consultarse en la página virtual de la revista. Rescato aquí mi poema-homenaje a Ángel, que escribí en el día de su muerte, y repongo la dedicatoria que por algún error no apareció aquí publicada:
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LLANTO Y EXTRAVÍO EN LA AUSENCIA
LLANTO Y EXTRAVÍO EN LA AUSENCIA
DE ÁNGEL CAMPOS PÁMPANO
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a Miguel Ángel Lama
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Lo que antes mirabas ya no existe
porque te lo has llevado contigo para siempre.
porque te lo has llevado contigo para siempre.
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No sé quién me hablará ahora del frío
de esta ciudad y de la luz de su palabra,
o de aquel mar bautizado de nombres
bajo tus heridos silencios espirales.
de esta ciudad y de la luz de su palabra,
o de aquel mar bautizado de nombres
bajo tus heridos silencios espirales.
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Juntos vamos a pintar de azul todo
para que el aire no lo borre del olvido.
Arropemos la ceniza y los peces con sus sílabas,
el pan, una nube, este pájaro.
para que el aire no lo borre del olvido.
Arropemos la ceniza y los peces con sus sílabas,
el pan, una nube, este pájaro.
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Que mis ojos vaciados no naden en sombra
y sigan tan abiertas estas manos
en el refugio de esa primera semilla
viva en ti por los siglos largamente.
y sigan tan abiertas estas manos
en el refugio de esa primera semilla
viva en ti por los siglos largamente.
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