Felizmente vuelvo a encontrarme con la última poesía lorquiana porque me invitan a una charla dentro de pocas semanas. Nunca dejan de sorprenderme su talento, su valentía, su inocencia:
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Goza el fresco paisaje de mi herida,
quiebra juncos y arroyos delicados,
bebe en muslo de miel sangre vertida.
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Pero ¡pronto! que unidos, enlazados,
boca rota de amor y alma mordida,
el tiempo nos encuentre destrozados.
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(Federico García Lorca, Sonetos del amor oscuro, 1935-1936).
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Y fue allí, en un hotel valenciano (¡pobre Valencia!), donde nuestro desesperado poeta granadino escribía estos versos a su último amor Rafael Rodríguez Rapún. Hoy la Derecha española está recurriendo la legalidad del amor libre, defendiendo a la familia de toda la vida, volviendo a caer (ya he perdido la cuenta de los porrazos que lleva) en los mismos errores que nos recuerda vehemente la Historia; ¿es por eso que tanto le molesta al profesor hispano-americano del norte Aznar la "moda actual" de la memoria histórica? (Podría deberse a ese girar hacia el Centro; si cada uno tiene que tener su sitio claro, que parecemos niños). Y de fondo, la Iglesia (siempre en Mayúsculas) gritando ese "arrepentíos" que tanto marcó a nuestros antepasados.
¿Sospecharán acaso Rajoy y Zaplana y Acebes y la señora Aguirre que uno de nuestros poetas más universales ya reivindicaba el amor sin barreras ni espacios hace más de setenta años? ¿No afirmó el ex-presidente Josemari, charlando con Sánchez Dragó, que era Lorca uno de sus escritores predilectos? ¿Sabrán además que sus gritos literarios acabó pagándolos muy caros? ¿Será consciente el nuevo Papa que va a pasear este fin de semana, junto con don Rouco (lo que le gustan a éste últimamente las multitudes), por las mismas calles valencianas que inspiraron estos versos tan antinatura y asquerosamente corrompidos?
...Si es que no se puede salir de casa, Santidad.