viernes, 23 de febrero de 2007

Reflexiones poéticas (3 de 3)

En el viaje de vuelta a Cáceres vine leyendo el Libro de los venenos de Gamoneda, prosa poética deslumbradora, libro original donde los haya. En la dedicatoria don Antonio además de las muestras de amistad y afecto me apunta un abrazo y los convenientes antídotos.
¿Porqué el panorama poético actual (y no sólo a nivel nacionalísimo) estará tan envenenado? Del encuentro poético de Madrid he traído muchas cosas, quizá demasiadas para un poeta que sólo escribe de lo que sabe y de lo que le pasa al pequeño mundo del que se rodea. Lo que me quedó muy claro desde el comienzo de las sesiones es que aquí cada uno habla de su yo, y no me refiero al yo poético.
Al terminar la última sesión hubo despedidas, algunos abrazos y ciertas promesas de contacto. Una hora antes, Gamoneda tuvo que abandonarnos con ruta urgente hacia León; se despidió uno a uno de todos los asistentes dando la vuelta a la enorme mesa en la que estábamos dialogando. Tardó un rato en acabar la ronda, mientras seguía el debate. Al final el aplauso fue atronador, no sólo al poeta sino también a ese hombre bueno y humilde que da lecciones a los que predican ya algo más que prepotencia.