jueves, 30 de abril de 2009

Ruinas

Corroboro ahora mismo una noticia que ayer a última hora de la tarde me comentó Pilar en mi librería de siempre: Crisol definitivamente cierra. Por lo que cuentan, el Grupo Prisa no podía seguir manteniendo este negocio (pionero en España desde 1987) que agonizaba desde hacía tiempo. E inevitablemente vienen a mi memoria la voz y las manos de varios autores que me firmaron ejemplares de su obras en esta casa; un lugar deslumbrante que hace años representó para un lector de provincias casi un paraíso, plagado de héroes y dioses. Otro recuerdo que tristemente queda huérfano.

martes, 28 de abril de 2009

No todo está en los libros

Un día precioso el de hoy; intenso, sí, pero precioso. He estado en el IES "San Pedro de Alcántara" hablando con alumnos de bachillerato sobre la unión necesaria entre la poesía (la mía y la de otros) y la música. El relevo fue difícil porque antes de mis palabras habían escuchado en otras sesiones la guitarra y la voz desgarrada de mi amigo José Manuel Díez y la musical sensibilidad, plagada de magia y colores, de mi querido Juan Carlos Mestre. Encarna Osorio ha sido mis ojos y mis manos en esta jornada literaria, gallega especial y cariñosa que me lo ha puesto muy fácil; he echado mucho de menos a Serafín Portillo. Después de comer todos juntos, cerré uno de los cursos organizados por el CPR de Brozas con amigos y compañeros de la zona, profesores en su mayoría de lengua y literatura; me llegó con dos de ellos un aire entrañable y nostálgico de mi inolvidable año en el IES "Loustau-Valverde" de Valencia de Alcántara, hojas volanderas con nombres propios que me siguen aportando más que cariño: María América, Álvaro, Cándido, Antolín, Ana, Luis, Chisco, Montaña, Mati, Encinar, Gema, Paco, José Manuel, Martina, Pascual,...
Llego a Cáceres volando, con tiempo todavía de pasarme por la pobre Feria del Libro de este año para saludar a mi amigo José Antonio Ramos, generoso y bueno como ninguno, que presenta un nuevo libro (no sé de dónde saca tiempo) sobre arte medieval placentino; y abrazo también a Silvia, a Juan Andrés, a Seli, a Cipri, a Cati. Cuánta gente a la que admiro y quiero a partes iguales. Al cerrar la puerta de casa y desprenderme de abrigo, libros y papeles, uno se siente más desnudo que nunca; hoy ha dejado tras de sí demasiadas cosas.

jueves, 23 de abril de 2009

Derechos del lector

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1. El derecho a no leer
2. El derecho a saltarnos las páginas
3. El derecho a no terminar un libro
4. El derecho a releer
5. El derecho a leer cualquier cosa
6. El derecho al bovarismo (enfermedad de transmisión textual)
7. El derecho a leer en cualquier sitio
8. El derecho a hojear
9. El derecho a leer en voz alta
10. El derecho a callarnos
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DANIEL PENNAC
Como una novela (1996)

sábado, 11 de abril de 2009

La antisaeta de Machado

Estos días en Soria don Antonio Machado ha estado más presente de lo que yo pensaba. Primero en la exposición que ya me había contado Emma que sobre Hora de España (una de las revistas culturales españolas más importantes del siglo XX) se ha montado en la ciudad, como último coletazo del celebrado centenario de la llegada del poeta a estas tierras; exposición algo pobre, sólo basada en textos y con poco que llevarte a casa (ni siquiera un díptico informativo). El segundo recuerdo machadiano lo he encontrado en las procesiones cuando, al entonar emotivamente la famosa "Saeta" machadiana al ritmo del maestro Serrat, la gente se emocionaba...
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¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!
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Me llama mucho la atención la ignorancia con la que todavía muchos se acercan a este poema. Remito a un artículo del profesor Guillermo Sánchez Vicente titulado "La antisaeta de Machado" (2004) donde se recogen varias interpretaciones antológicas de Sánchez Barbudo o Laín Entralgo para llegar a una iluminada conclusión personal:
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En "La saeta" Machado afirma claramente que la religiosidad popular no es su cantar. La Semana Santa andaluza adora a un Cristo eternamente crucificado que el poeta rechaza. [...] Machado detesta esa religiosidad, pero no lo hace partiendo de una actitud irreligiosa, sino desde otra actitud religiosa, mirando hacia "otro Jesús". El poeta se distancia nítidamente de la idolatría folklórica y del culto a la muerte, para afirmar su particular fe en la vida; esta posición entronca tanto con su humanismo vital como con su fideísmo evangélico (los dos polos entre los que bascula su espiritualidad). [...] Cristo vence a la muerte, simbolizada por el mar, y el poeta pide con brutal sinceridad la presencia del Cristo mayestático que triunfa sobre el mar; o, con otras palabras, el milagro. Lo entiende como afirmación de fe: andar en el mar significaría moverse en el misterio del más allá, en el que se cree a pies juntillas.
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