jueves, 26 de abril de 2007

En el 70 aniversario del bombardeo de Gernika por la aviación alemana al servicio de Franco

Tú hiciste aquella obra y le pusiste un título.

Ése y no otro. Siempre,

desde el primer llanto del mundo,

las guerras fueron conocidas,

las batallas tuvieron cada una su nombre.

Tú habías vivido una:

la primera más terrible de todas.

Y sin embargo, mientras

a tu mejor amigo, Apollinaire,

un casco de metralla le tocaba las sienes,

tu desvelada mano,

y no a muchos kilómetros de lo que sucedía,

continuaba inventando la nueva realidad maravillosa

tan llena de futuro.

-

Pero cuando después,

a casi veinte años de distancia,

fue tocado aquel toro,

el mismo que arremete por tus venas,

bajaste sin que nadie lo ordenara

a la mitad del ruedo,

al centro ensangrentado de la arena de España.

Y acusaste con furia,

levantaste hasta el cielo tu lamento,

los gritos del caballo

y sacaste a las madres los dientes de la ira

con los niños troncados,

presentaste por tierra la rota espada del defensor caído,

las médulas cortadas y los nervios tirantes afuera de la piel,

la angustia, la agonía, la rabia y el asombro de ti mismo,

tu pueblo,

del que saliste un día.

Y no llamaste a esto

ni el Marne ni Verdun ni ningún otro nombre merecedor del recuerdo [más hondo

(aunque allí la matanza fue mucho más terrible).

Lo llamaste Guernica.

Y es el pueblo español,

aunque tantos no quieran,

el que está siempre allí,

el que tuvo el arrojo de poner en tu mano

esa luz gris y blanca que salió entonces de su sangre

para que iluminaras su memoria.

-

RAFAEL ALBERTI

(Los ocho nombres de Picasso, 1966-1970)