sábado, 29 de mayo de 2010

De todo hace casi veinte años

No sé la razón, pero hoy me he levantado con estos versos resonándome en esa larga memoria que ignoramos:
-
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
-
Así comienza el poema "No volveré a ser joven" de mi admirado Jaime Gil de Biedma (1929-1990). Y de pronto, como un torrente, se me agolpan imágenes y recuerdos y lecturas. Mis iniciales pasos de luz por un viejo ejemplar de Las personas del verbo, que no sé por qué llegó a mis manos ni de quién venía (lo sigo viendo físicamente pero mi actual ejemplar no es aquél); las primeras imágenes del poeta, calvo, con barba, fumando; su voz ronca, con acentos catalanes e ingleses, de pronunciación intelectual; y su letra ciertamente burguesa que descubrí en el número monográfico que la revista Litoral dedicó en 1998 a Luis García Montero titulado "Complicidades" y donde se publicó la cercana y numerosa correspondencia entre el granadino y Jaime.
Hace algunos días me emocionó mucho el documental que su sobrina Inés García-Albi ha rodado recientemente con el título de Jaime Gil de Biedma. Retrato de un poeta, recorrido sentimental y literario veinte años después de su muerte a partir de testimonios de familiares, amigos, colegas y discípulos. Llegué a él por la recomendación de Álex Chico (inteligente como siempre) y que puede verse completo en la mediateca de RTVE.
Hoy, delante de sus poemas (y de una nueva publicación en el Círculo de Lectores titulada Poesía y prosa, al cuidado de Nicanor Vélez y con prólogo de James Valender, en la que se reúne por primera vez toda su producción literaria: su diario, sus ensayos y sus poesías completas, además de traducciones y entrevistas), mi recuerdo y mi lectura son para este poeta de la llamada Generación del 50, maestro y origen de la poesía de la experiencia: explicarse a él mismo para explicar la sociedad, el mundo; contarnos su experiencia moral es, creo, lo que le hace coloquial.
Como Jaime decía, de todo hace casi veinte años...