
"Yo soy mi infancia y mi infancia es Monesterio",
afirmaba rotundo y emocionado Manuel Pecellín Lancharro hace unos días en su pueblo natal, donde han bautizado con su nombre a una calle. Además presentaba allí su último libro
Relumbre de espejuelos (Beturia, 2010) junto a mi admirado Eduardo Naranjo que ha dibujado la portada;
el libro "más suyo", misceláneo, donde se desnuda en cuerpo y alma y recoge pensamientos y retazos de su vida repartidos en relatos, aforismos y personajes, algunos ya publicados y otros escritos o corregidos para esta publicación.
Me hubiera encantado estar allí, al lado de los dos amigos y de los dos maestros, como en Trujillo cuando Pecellín entró a formar parte de la Real Academia de Extremadura... Me gusta que se agradezcan las cosas a los que se las merecen y este detalle hermoso del pueblo natal a su hijo es justo y necesario. Felicidades, querido Manolo; que sigan las alegrías compartidas.