martes, 5 de junio de 2007

Federico cumple 109 años

Un día como hoy Federico García Lorca nacía en Fuentevaqueros, callado y oloroso pueblecito de la Vega de Granada. Con él abría los ojos la modernidad en España, que caminaba cabizbaja por la crisis del 98; un inicio del siglo XX poco luminoso, a pesar de que en este mismo año nacerán también el americano Hemingway y el alemán Brecht.
La de Lorca fue una infancia llena de campesinos y pastores, de calles empedradas, en contacto íntimo con la tierra, entre olivares y chopos. Nunca se olvidaron sus ojos de la luz y el color de su pueblo. Un paraíso perdido alejado de la Residencia de Estudiantes, de las playas dalinianas de Cadaqués, de los enormes y oscuros edificios de Nueva York, de la música y los sabores cubanos, de esos años republicanos y de preguerra incivil que le durmieron para siempre.
Jamás he podido imaginarme a Federico anciano, con canas, mermado físicamente. Siempre le veo igual, con esa sonrisa exageradamente infantil, con esa coquetería de su educación de familia de bien, con esos ojos grandes y asustados... La cara redonda, oscura, llena de lunares; el pelo rebelde, engominado y con entradas a sus treinta y pocos años. García Lorca es un autor joven en dibujos, en escritos, en fotografías.
Leer sus páginas es hacerle inmortal. Siempre viven los que en la memoria permanecen. Tengo que agradecerle tantas cosas... No me canso de andar por sus versos, sumergirme en sus personajes teatrales, asombrarme entre los torpes trazados de sus dibujos, emocionarme con sus cartas amigas llenas de confesiones tristes. Federico abraza en sí mismo la realidad y el deseo (como Cernuda), la juventud y la valentía, la originalidad y la permanencia. Con sus últimos Sonetos del amor oscuro en la mano recuerdo hoy al hombre y al poeta, a un ser especial, con duende, irrepetible:
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Goza el fresco paisaje de mi herida,
quiebra juncos y arroyos delicados,
bebe en muslo de miel sangre vertida.
Pero ¡pronto! que unidos, enlazados,
boca rota de amor y alma mordida,
el tiempo nos encuentre destrozados.
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Felicidades Federico. Es el mejor regalo de cumpleaños... para nosotros, claro.