sábado, 1 de septiembre de 2007

Regresando

Llegamos hoy Emma y yo a Montánchez después de una semana en el pueblo soriano de Villar del Río. Hemos pasado allí las fiestas en honor a Santa Filomena, patrona del pueblo, virgen y mártir; murió con apenas 13 años. Toda la fiesta gira en torno a esa virginidad vista desde la tradición: cintas azules y rojas (que sólo llevan los chicos y que regalarán a mitad a una soltera del pueblo) y un chopo cortado a la orilla del río en el que las mozas atan sus pañuelos para que los mozos lo paseen por las calles.
Me emocionan las tradiciones bien heredadas. Un pueblo pequeño, casi deshabitado, que moran unos cuarenta vecinos durante el resto del año, que vive con fervor las fiestas de San Juan y de Santa Filomena, que cantan "la Peseta" hasta quedar afónicos, que bailan "el Rosco" y que siguen cantando las coplas de madrugada a los recién casados.
En Montánchez nos esperan ahora las fiestas patronales. Son otra cosa. La fe hacia la Virgen del Castillo se entremezcla bulliciosamente con los toros y las verbenas. Porque, aunque muchos lo ignoren, hay vida después de los Encuentros en Montánchez, Diálogo de Culturas. Qué más cultura que las tradiciones de nuestros antepasados. Qué más diálogo con nuestra historia que la de revivir estas celebraciones. Si es que a estas alturas ya está todo descubierto...