lunes, 22 de septiembre de 2008

Buscando a Lorca

Ya hablé de ello el sábado (por segunda vez) en estas Ausencias: todo está a punto para recuperar el cadáver de Federico García Lorca de la fosa común, compartida con tres granadinos más, en la que fue enterrado por sus asesinos. Ayer domingo, nuevamente en el periódico El País, dedicaban un reportaje a este triste culebrón titulado "Operación García Lorca" y firmado por un lúcido Jesús Ruiz Mantilla. No hay nada novedoso que añadir. Por desgracia. Rescato los párrafos que quizá me parecen más significativos. Alea iacta est...
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[...] Preservar ahí los restos para protegerlos de la especulación era una de las razones que esgrimían los García Lorca para no agredir el lugar. Pero no son las únicas tumbas del entorno. Ni de la provincia. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica granadina tiene localizadas 120 fosas, aunque saben que la que guarda un enorme valor simbólico es la de Lorca y los otros tres represaliados.
Sin embargo, existen dudas más que razonables sobre el emplazamiento. La familia del poeta, pese a admitir que el trabajo de Ian Gibson es de referencia, también las tiene. "Una de las razones que nos impulsan a no querer remover el terreno es que no hay seguridad absoluta sobre la ubicación", aseguran.
[...] La privacidad de la operación está garantizada. "Nuestra intención es proteger los trabajos con un recinto cerrado y contratar seguridad 24 horas al día para que nadie pueda acceder", dice [la ARMH].
Laura García-Lorca recalca que ése es un asunto prioritario para ellos. Además del desgarro que para su familia supone ese paso. "Abrir una fosa es espantoso para todos. A algunos les puede resultar un consuelo, una tranquilidad; pero a mí, personalmente, me genera inquietud, sobre todo si no lo has solicitado". El asunto tiene que ver con el término abrir y cerrar heridas, que para ella es confuso y se presta a manipulación. "Ante todo permanece el sentimiento propio, el más íntimo. En mi caso, cavar esa fosa no supone cerrar ninguna herida. Puede que la abra de nuevo".
Son terrenos tan personales como resbaladizos. [...] También Manuel Fernández-Montesinos está preocupado por la repercusión mediática. "Exigimos privacidad absoluta, que no se convierta aquello en un tenderete con cámaras. Para nosotros, aquel lugar es un santuario civil; nos resultará molesto, incluso vejatorio remover, pero no nos opondremos", recalca.
Estén donde estén los restos, resulta imposible escapar a aquel recuerdo del espanto. [...] Todo aquel vía crucis debió de hacerlo con un látigo en el alma y una corona de espinas rasgándole las entrañas. La mirada perdida, ensimismada, junto a Dióscoro Galindo, dentro del coche por la calle de la Duquesa hacia San Jerónimo y San Juan de Dios. Después, por los empedrados de la cuesta del Hospicio y el paseo de la Cartuja hacia la carretera polvorienta de Víznar. Tras la parada en el palacio del Obispo Moscoso para un control, a Las Colonias. Después, en la oscuridad, cavando su propia tumba, tal como recordaba Gerald Brenan. Una fosa que ahora reclama su definitivo halo de luz. Como si no resultara suficiente humillación para estos cuatro mártires el simple y helado hecho de su muerte.
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(En la foto, Laura García-Lorca y Manuel Fernández-Montesinos,
sobrinos del poeta, en la Fundación García Lorca de Madrid )