sábado, 20 de febrero de 2010

Entre Miguel Hernández y Alberti

El 24 de febrero de 1939, a los dos días de la muerte de Antonio Machado en Colliure, Miguel Hernández está en Madrid, donde vuelve a visitar a su querido Vicente Aleixandre. Después de la caída de Barcelona, nadie sabe lo que puede ocurrir. ¿Será posible establecer una paz de última hora con los rebeldes? Cuando Miguel llega a la Alianza de Intelectuales se encuentra, según la versión oral de Rafael Alberti recogida por Ferris [José Luis Ferris: Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta; Temas de Hoy, 2002], con que se está preparando una fiesta dedicada "a la mujer antifascista". El de Orihuela, que lleva más de dos años luchando en las trincheras, que ha visto correr la sangre a raudales y cree saber cómo combaten las mujeres antifascistas de verdad, se indigna al ver los manteles y los alimentos. Y, a lo que parece, espeta a Alberti: "Aquí hay mucha puta y mucho hijo de puta." El poeta de Marinero en tierra le invita a repetir delante de todo el mundo la frase proferida y Miguel Hernández, sin inmutarse, la escribe en una pizarra.
La versión del lamentable episodio dado por Maria Teresa León en Memoria de la melancolía (1970) es algo diferente... y poco explícita. Allí dice, escuetamente: "Miguel iba a desaparecer también como había desaparecido Federico. Sentí mucha pena. Pocos días antes yo había discutido violentamente con él: No tienes ningún derecho a hablar así de una mujer y extender ese juicio a todas las mujeres de la Alianza. Eso no es de hombres. A la contestación suya, yo le pegué una bofetada. Antonio Aparicio y Rafael se precipitaron. ¡Qué absurdo! Los ojos de Miguel se habían empequeñecido."
-
Ian Gibson, Cuatro poetas en guerra
(Planeta, 2007, pp. 262-263)
-