Este pasado viernes se cerraba "oficialmente" el curso escolar en mi instituto emeritense celebrando por la noche la cena de graduación de 4º de ESO. Casi ciento cincuenta alumnos y nueve profesores decidimos juntarnos para cerrar este ciclo que para estos adolescentes se convierte en algo importante (aunque algunos critiquen su falta de compromiso e interés).
Y como todos los años (sé que por muchos que pasen uno nunca va a cambiar) me inunda cierta congoja cuando mis alumnos se acercan y emocionados te abrazan, te dan las gracias y quieren que poses en una foto para recordar nuestras clases, los muchos momentos compartidos. Y lo que no saben es que el agradecimiento es mutuo, el afecto también y que este profesor sigue aprendiendo de cada uno de sus alumnos más de lo que se pueden imaginar.
Soy muy afortunado. Gracias, muchas gracias a todos. Y suerte en el camino...