domingo, 29 de abril de 2007
Algo más que un premio
jueves, 26 de abril de 2007
En el 70 aniversario del bombardeo de Gernika por la aviación alemana al servicio de Franco
Ése y no otro. Siempre,
desde el primer llanto del mundo,
las guerras fueron conocidas,
las batallas tuvieron cada una su nombre.
Tú habías vivido una:
la primera más terrible de todas.
Y sin embargo, mientras
a tu mejor amigo, Apollinaire,
un casco de metralla le tocaba las sienes,
tu desvelada mano,
y no a muchos kilómetros de lo que sucedía,
continuaba inventando la nueva realidad maravillosa
tan llena de futuro.
-
Pero cuando después,
a casi veinte años de distancia,
fue tocado aquel toro,
el mismo que arremete por tus venas,
bajaste sin que nadie lo ordenara
a la mitad del ruedo,
al centro ensangrentado de la arena de España.
Y acusaste con furia,
levantaste hasta el cielo tu lamento,
los gritos del caballo
y sacaste a las madres los dientes de la ira
con los niños troncados,
presentaste por tierra la rota espada del defensor caído,
las médulas cortadas y los nervios tirantes afuera de la piel,
la angustia, la agonía, la rabia y el asombro de ti mismo,
tu pueblo,
del que saliste un día.
Y no llamaste a esto
ni el Marne ni Verdun ni ningún otro nombre merecedor del recuerdo [más hondo
(aunque allí la matanza fue mucho más terrible).
Lo llamaste Guernica.
Y es el pueblo español,
aunque tantos no quieran,
el que está siempre allí,
el que tuvo el arrojo de poner en tu mano
esa luz gris y blanca que salió entonces de su sangre
para que iluminaras su memoria.
-
RAFAEL ALBERTI
(Los ocho nombres de Picasso, 1966-1970)
miércoles, 25 de abril de 2007
Treinta y tres claveles
lunes, 23 de abril de 2007
La pobreza luminosa de Gamoneda
viernes, 20 de abril de 2007
Mucho más que dos
martes, 17 de abril de 2007
Los momentos y sus caras
viernes, 13 de abril de 2007
De boda
domingo, 8 de abril de 2007
Leonor (1913-2007)
miércoles, 4 de abril de 2007
Huellas escritas
lunes, 2 de abril de 2007
A un olmo seco (1912-2007)
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido.
-
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
-
[...] olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.