El texto de mi admirado Jardiel muy respetado. Brillante el papel de Oshidori, criado fiel del don Juan de turno, y el del heredero del Marqués que va en busca de los encantos del señor en cuestión. Nos reímos mucho, y eso que la ironía inteligente se escurría a veces en los rápidos desparpajos de los personajes. No ha envejecido nada esta obra de 1934, que va a cumplir ya setenta y cinco años.
Lo que nunca olvidaremos Emma y yo es algo entre llamativo y asombroso: cada vez que Oshidori habla con Francisca (rica e histérica ex amante que tomará el puesto de secretaria del señor, porque sigue enamoradísima y le gusta sufrir) le llama señorita Montánchez. Sí, así es; el apellido de ella es el nombre de mi pueblo.
De fondo, entre risas y aplausos, Montánchez, Montánchez, Montánchez... Grande y siempre sorprendente Jardiel Poncela. Y encima abanderado turístico. Recomendada por muchas razones, sobre todo por un texto talentoso con ese humor inconfundible, antológico, irrepetible y único.