
Exposición sobre la Generación del 27 en la mítica Residencia de Estudiantes; la muestra "Lágrimas de Eros", montada mano a mano entre el Museo Thyssen y la Fundación Caja Madrid; "La nevera, el cuchillo y el mechero" para partirse de risa (y alguna que otra arcada) en el teatro Alfil; el amor de Pablo Neruda por las caracolas en el Instituto Cervantes; y compras, y libros (con sorpresa), y paseos y carreras y metro y metro y metro,...
Ha sido reconfortante y mágico. Me apetece mucho en las próximas entradas recordar con detalle cada visita, cada sobresalto, cada suspiro, cada sensación. No podría vivir en Madrid más de tres días seguidos, siempre lo digo, pero estas breves escapadas merecen mucho la pena. Y son tan necesarias...