domingo, 29 de enero de 2017

Leyendo a Gaya Nuño y Alberti (4)



 
En "Trazos" (Diario Hoy, 29 de enero de 2017) Manuel Pecellín analiza con amistosa sabiduría este libro mío protagonizado por dos grandes. ¡Muchas gracias!
 
-
 
RAFAEL ALBERTI VERSUS GAYA NUÑO
Manuel Pecellín Lancharro
 
Nacido en Montánchez (1974), población de la que es cronista oficial y a la que ha dedicado entre otros los libros Historia de Montánchez. Desde sus orígenes hasta el siglo XXI (2008) y Montánchez: otro tiempo, otras gentes (2009), Hilario Jiménez Gómez es profesor de lengua y literatura. Bloguero activo (sus páginas más personales aparecieron reunidas el año 2013 en la obra Exprimiendo limones de madrugada), cuenta también con una notable obra poética: En un triángulo de ausencias (2003), Versos color naranja (2003), Delirio in extremis de un aguador con sed (2004), Diario de un abrazo (2008) o De la noche a los espejos (2015) y fue incluido en diferentes obras  colectivas, desde Cuatro poetas en un tobogán (2006) a Generación Subway. Nada es lo que parece (2016). Una amplia selección de sus versos vio la luz en Antología(im)personal (2013).
Licenciado con grado en Filología Hispánica, Jiménez Gómez posee también una importante producción ensayística con títulos como Lorca y Alberti, dos poetas en un espejo (2001, 2003) o Alberti y García Lorca, la difícil compañía (2009), o Pablo Neruda, un corazón que se desató en el viento (2004).
Nuevamente se ocupa del gran hombre de la bahía gaditana, esta vez relacionándolo con el soriano Juan Antonio Gaya Nuño. Los dos son figuras de máxima relevancia para la cultura española. Aunque laboraran en áreas distintas, tuvieron no pocos rasgos comunes, que forzosamente los llevarían a relacionarse, con menos fortuna, eso sí, de lo esperado en tan valiosas personalidades. Figura sobresaliente de su Generación el andaluz, también conocido por aficiones pictóricas juveniles, el segundo se convertiría en uno de los críticos de arte más famosos, no exento de veleidades poéticas. Los dos fueron leales a la II República, lo que condujo al exilio durante cuarenta años a Alberti, miembro del PCE; a la cárcel y al no menos duro exilio interior, al ensayista.
Uno y otro fueron profundos admiradores de Pablo Picasso, según demuestran los testimonios aquí recogidos por Jiménez. No obstante, lo que pudo convertirse en el más estrecho vínculo entre el poeta y el crítico, con el propósito de componer entre los dos una gran obra sobre el pintor malagueño, atractiva propuesta nunca finalmente realizada, terminaría convirtiéndose más bien en fuente de desacuerdos. Nadie lo ha explicado mejor que la esposa de Gaya, Concha de Marco, también escritora, cuya lucidez la condujo a ser muy dura con el Alberti regresado a España, más soberbio y fatuo que nunca,  como un mito de la transición democrática. 
Hilario Jiménez, apoyándose en documentación de primera mano, cuyas piezas fundamentales reproduce su libro, analiza esos episodios de encuentros y separaciones, tratando de iluminar el carácter de los dos protagonistas y, trascendiendo las coyunturas existenciales, la relación entre arte y literatura. La obra se enriquece también con numerosas ilustraciones, bastantes de ellas poco conocidas: portadas de primeras ediciones, personajes, textos manuscritos o mecanografiados, dibujos, grabados, estampas, carteles, postales, epístolas, etc., junto con una abundante bibliografía. Dos publicaciones constituyen el trasfondo básico de la investigación, A la pintura. Poema del color y la línea (1945-1948), de Rafael Alberti (quien en los frondosos volúmenes de  La arboleda perdida, ignora a Gaya Nuño) y Picasso (Madrid, Aguilar, 1975), trabajo que el segundo logró finalmente concluir.
Tenemos así un sustancioso estudio sobre “la historia de dos perdedores que lucharon contra aquella ignominia disfrazada  de golpe de estado y que años más tarde, desde la distancia, volverán a acercarse gracias a las páginas de un libro. Ésta es la grandeza de la palabra poética, de la pintura, de la admiración y de la amistad”, adelanta en el prólogo el autor, quien, no obstante, no ocultará los desencuentros (o, por mejor decir, los desdenes de Alberti).

Hilario Jiménez Gómez, Juan Antonio Gaya Nuño y Rafael Alberti, entre la firmeza y el vuelo. Soria, Diputación Provincial, 2016. 
 

domingo, 15 de enero de 2017

Leyendo a Gaya Nuño y Alberti (3)


De nuevo desde La opinión de Murcia (como había adelantado en una primera reseña), el profesor Pedro Guerrero Ruiz aporta nueva lectura sobre mi libro Juan Antonio Gaya Nuño y Rafael Alberti, entre la firmeza y el vuelo. Gracias por tu análisis y por tus elogios. Estos dos artistas se lo merecen todo.
 
-
 
MÁS SOBRE ALBERTI Y GAYA NUÑO
Pedro Guerrero Ruiz
 
Decía la semana pasada que el profesor Hilario Jiménez Gómez acaba de publicar la investigación Juan Antonio Gaya Nuño y Rafael Alberti, entre la firmeza y el vuelo. No me cabe duda de que los dos amigos estuvieron tan cerca el uno del otro sobre todo por el reconocimiento mutuo, el del poeta hacia el crítico de arte y de éste hacia la poética albertiana, sobre todo en su libro A la pintura. Su amistad tuvo un puente de diversas entregas y recuerdos de lorquino Pedro Ruiz, amigo de ambos. Y se explicaba que los viajes de Pedro a Roma tenía ese servicio de cartería, de abrazos, escritos o dibujos entre uno y otro. También señalaba que ambos intelectuales padecieron, uno en el interior y el otro en el exterior, el exilio de la crueldad fascista de la postguerra civil.
Quiero también resaltar algunos de los hallazgos investigados por Hilario Jiménez en ese magnífico libro que nos ha llegado hace un par de semanas. Se trata de una edición muy cuidada y con los documentos impresos del trabajo en forma de anexos a la misma obra. Y quiero agradecerle a Hilario que use mi nombre en el sentido de que estuve a su lado cuando me necesitó para dicho estudio y su publicación. Es lo menos que podía hacer por él y por mis amigos y maestros, Alberti y Gaya Nuño, así como por mis tíos, Pedro Ruiz y su mujer, Ángela Asensio.
El volumen está dividido en cuatro apartados, mas apéndices y bibliografía. Recorridos vitales, de Alberti y Gaya, breves notas biográficas del gaditano y del soriano. De Juan Antonio a Rafael. De Alberti a Gaya Nuño. Y Un a modo de epílogo. En el apartado final, Apéndices, los libros de las respectivas personalidades en las bibliotecas particulares de ellos mismos, dedicados mutuamente, recalcando su respectiva admiración, amistad y cariño. 
La propuesta de Gaya Nuño para la obra A la pintura sobre un proyecto de éste con el visto bueno inicial de Alberti, que luego no se consolidó por parte de la editorial Aguilar, fue determinante para un enfriamiento de aquella amistad. Y la verdad es que lo que proponía Gaya Nuño era muchísimo más interesante que lo que luego apareció en dicha editorial. Y esa situación debe observarse desde el afecto que Gaya tenía por Alberti, ya que aquél había considerado A la pintura como un verdadero tratado poético de las bellas artes, como aquel tratado de otro Alberti, León Batista, superando en imaginación cualquier crítica que se hiciera sobre el poeta gaditano. Debe aquí considerarse también que Gaya Nuño fue quien hizo una de las primeras críticas a la poesía de Rafael Alberti, y que en muchas ocasiones habló y escribió sobre el libro A la pintura en una consideración que utilizaba Gaya de forma poética también, ya que su escritura no sólo era exacta, verdadera, sino de la forma que ha expresado Hilario Jiménez, «como de vuelo», como si de una voladura agigantada se tratase.
Somos conscientes de los magníficos trabajos del crítico sobre la poesía de Alberti, incluidos los versos posteriores dedicados a Picasso. Por eso, porque Rafael Alberti conocía la importancia de una palabra favorable de Gaya hacia su obra poética y también hacia las liricografías, que ya había iniciado a hacer en Roma, y el alcance que tenían sus críticas, es por lo que Rafael siempre le enviaba tanto cartas como originales o pruebas de artista y libros dedicados desde Roma, bien utilizando a Pedro y a Ángela o bien a través de otros sistemas de comunicación.
Para terminar, animo al profesor Hilario Jiménez Gómez a seguir trabajando así, de esta manera precisa y sabia y publicando cuanto pueda hacer a partir de ahora este investigador consolidado y riguroso. Con mi felicitación, agradecimiento y admiración.

domingo, 8 de enero de 2017

Leyendo a Gaya Nuño y Alberti (2)


El profesor Pedro Guerrero Ruiz adelanta hoy en la prensa murciana su primera lectura de mi libro Juan Antonio Gaya Nuño y Rafael Alberti, entre la firmeza y el vuelo (Diputación de Soria), a los que él conoció muy de cerca. Gracias por tus acertadas reflexiones sobre mi trabajo y sobre el exilio español, con la pintura y la literatura de fondo. 
 
-
 
ALBERTI Y GAYA NUÑO
Pedro Guerrero Ruiz
 
Hablaba con Gabriel Batan del pintor exiliado en México, Rodríguez Luna, a quien ambos conocimos bien cuando le señalaba que en 1971 el poeta Juan Rejano, siguiendo un común parecer entre los exiliados, definía a Antonio Rodríguez Luna (1910-1985) como «el pintor de la diáspora española». Y tan es así que Miguel Cabañas, en un trabajo para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, indica que el artista cordobés reflejó magistralmente en su obra la fisonomía y el dolor del exilio; aunque, en paralelo, su misma trayectoria vital y profesional se convierte en caso paradigmático del artista de esta emigración. No obstante, antes de llegar a México, donde esencialmente transcurrió su exilio, su recorrido artístico en España le condujo del singular surrealismo de anteguerra al implicado realismo social del período bélico. Cuando arribó al país azteca, pues, su bagaje era el de un 'surrealista social'. Luego, su trayectoria pasó, sin perder protagonismo, por las inquietudes de las dos grandes generaciones de este largo destierro. Su pintura se aúpa en este libro, pues, además de como reflejo del bagaje exportable de un brillante momento artístico español y sus problemas de confrontación y adaptación respecto a otro escenario artístico, como «auténtica y profunda captación de la esencia y vivencia de un duro y prolongado episodio de nuestra historia».
Es curioso que a pesar de los artistas que desembarcaron en México no haya ninguno que tenga una repercusión como la que se señala el enorme poeta Rejano. También se podría decir de Rafael Alberti que es el poeta de la diáspora española, representando en todo momento a una magnifica generación dolida por su exilio exterior, y esencia y vivencia, igualmente, de un duro episodio histórico de España. No llegaron de la misma manera, Gabriel y yo lo sabemos bien. Pues Alberti era mucho más conocido que Rodríguez Luna. Y así, cuando llega el poeta al aeropuerto madrileño casi sale a hombros como el mejor torero de la plaza de España. Allí estaba nuestro tío Pedro Ruiz –también cuando llego Luna- quien dijo a Gabriel que se llevara en su coche a María Teresa León, y así se hizo.
Habíamos hablado mucho con Juan Antonio Gaya Nuño, tanto en la cervecería de Correos como en el café Lyon, de una buena amistad del pintor con el crítico de arte, tal vez el más solvente de una España por entonces franquista (años sesenta y setenta) y, por tanto, sema analfabeta. Y lo supimos también por el lorquino y tío nuestro, Pedro Ruiz, que desde Argentina en su exilio hasta su llegada a España había conservado Rafael Alberti una amistad profunda con Gaya Nuño, como con otros pintores y escultores, sobre todo murcianos. Pero es hace unos días que se ha desvelado dicha amistad, y los documentos que la hacen verdadera a través de una obra importantísima desde una perspectiva literaria y pictórica que tiene la base el enorme libro de Rafael Alberti que deslumbro a Gaya Nuño, A la pintura. Se trata de la investigación del profesor Hilario Jiménez Gómez, Juan Antonio Gaya Nuño y Rafael Alberti, entre la firmeza y el vuelo.
He aquí dos exilios distintos que acaban de recogerse en letra impresa que, como señala bien Hilario Jiménez, el interior es de Gaya Nuño y el exterior de Alberti. Dos sufrimientos y dos voluntades firmes que el profesor extremeño Jiménez Gómez nos presenta y conduce a la documentación más que exacta para proporcionar tesis de esta amistad, tanto en el recorrido de sus vidas como de sus obras, Gabriel y yo sabíamos que mucho tenía que ver Pedro Ruiz, pues este era el que hacía de 'cartero' con libros y cartas algunos de los cuales aquí se conocen hoy gracias al legado fundacional protegido que se ocupa en Soria de Gaya Nuño. Porque, aunque no me lo haya dicho mi amigo Hilario, quien es autor de la publicación a la que me refiero, he de suponer que en las fundaciones Alberti, que dirigía tanto en Cádiz, primero, como en el Puerto de Santa María, después, María Asunción Mateo no tendría nada que enseñar, como con tantas cosas desde que el poeta falleció.
Sé también que lo que hoy digo aquí es tan solo una toma de contacto con la obra de Hilario Jiménez sobre el conocimiento de la amistad entre poeta y crítico de arte, pero prometo, para más adelante, volver al libro y a su contenido excepcional por su interés, que contiene una veintena de documentos, cartas, postales, notas y telegramas, que cruzaron los dos autores entre 1959 y 1973 resumiendo así 15 años de amistad que ha quedado investigada en una científica y finísima percepción entre lo que fue y ahora se recuerda.