martes, 12 de septiembre de 2006

Olvidado Larrea

Esta mañana ya he estado en mi nuevo instituto. He charlado con mis compañeros y a mis alumnos los conoceré el jueves. Repasando las estanterías de casa, buscando lecturas para recomendar en las aulas, vuelvo a retomar libritos que hace tiempo leí y que no acudo a ellos con la frecuencia que a mí me gustaría.
Eso me pasó hace unos días pero en un contexto diferente. Llevo años trabajando en la literatura española de vanguardia pero ya hacía tiempo que no releía al bilbaíno Juan Larrea (1895-1980), poeta más que olvidado y poco valorado en mi opinión. Mi amigo Iván (de Monleón) me ha hecho volver a abrir mi ejemplar de Versión celeste y me he dejado envolver nuevamente por la magia del tiempo, por unos versos (muy pocos, poquísimos) que me siguen deslumbrando como el primer día, que parecen recién escritos, que me hacen reflexionar sobre cómo verdaderos genios de la literatura aparecen mudos en los libros académicos. Padre impulsor del surrealismo en España, los versos existencialistas de Larrea, llenos de imaginación, de fuerza lírica y de una espiritualidad muy poco común en nuestras letras, son capaces de transportar al lector a un mundo onírico y hacerle partícipe de sus inquietudes con palabras oscuras que sólo comunican una parte; la otra tiene que ponerla el atento lector.
Iván, aquí copio estos versos que sé llevas muy cerca; gracias por las confidencias. Y ojalá que para ti lector, si te acercas por primera vez a Larrea, signifiquen un feliz descubrimiento.
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ESPINAS CUANDO NIEVA
(En un huerto de Fray Luis)
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Suéñame suéñame aprisa estrella de tierra
cultivada por mis párpados cógeme por mis asas de sombra
alócame de alas de mármol ardiendo estrella estrella entre mis cenizas
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Poder poder al fin hallar bajo mi sonrisa la estatua
de una tarde de sol los gestos a flor de agua
los ojos a flor de invierno
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Tú que en la alcoba del viento estás velando
la inocencia de depender de la hermosura volandera
que se traiciona en el ardor con que las hojas se vuelven hacia el pecho más débil
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Tú que asumes luz y abismo al borde esta carne
que cae hasta mis pies como una viveza herida
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Tú que en selvas de error andas perdida
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Supón que en mi silencio vive una oscura rosa sin salida y sin lucha
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Querido silencio

En el ajetreado mes de agosto pocos han sido este año los libros que me han acompañado; cada vez me cuesta más entablar conversaciones interesantes con los que accidentalmente o recomendados (oh desastre) caen en mis manos.
Sin embargo muchas noches de estío, agotado por el calor y las salidas desordenadas, me refugiaba en un libro de poemas magnífico que he leído repetidamente, como descubriéndolo nuevo en cada lectura. El poeta granadino Luis Muñoz, tras recopilar toda su obra poética en Limpiar pescado en 2005, ha publicado su último libro poco antes de empezar el verano: Querido silencio (Tusquets).
Un libro lleno de hallazgos, que camina casi sin hacer ruido entre la reflexión y la interiorización ante los hechos cotidianos, casi invisibles a los demás. Para muestra este "Campo de alcornoques" (que podrían estar en cualquier rincón de nuestra dehesa extremeña):
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No sé por qué, respiran paz,
la que no tengo.
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Ordenan la mirada, la sostienen,
le dan fuerza, la fuerza de esperar,
la que me falta.
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Son dependientes y únicos.
No sucumben al hoy.
No conocen la duda, su cadena explosiva.
No se llenan de noche,
la que me sobra.
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Afortunadamente, la poesía (si se escucha en silencio) sigue teniendo una conversación llena de luz, de vida al fin y al cabo. Pobres inmortales... Enhorabuena Luis, y gracias.

Trilogía de lo Invisible

Ahora sí que ha terminado el verano definitivamente; al menos para mí.
Este blog de ausencias abandonado por la compañía de nuevos y viejos amigos, dichosos días que afortunadamente se quedan en mí para siempre, traen hoy a un autor francés, Eric-Emmanuel Schmitt (muy conocido en su país), que me ha descubierto su interesante "Trilogía de lo Invisible". Tres tomitos muy delgados forman parte de este regalo literario: Milarepa, Oscar y Mamie Rose y El señor Ibrahim y las flores del Corán. Respectivamente abordan la religión tibetana, cristiana y judía-árabe desde unos cuentos luminosos, breves, mágicos.
Su lectura, abrazada para que sus pensamientos no se deshilen, me ha hecho reflexionar mucho, visiones diferenciadas pero que se solapan por este sueño de vivir eternamente aprehendiendo del ser humano, un ansia exacta, calcada, como reflejada en un viejo espejo heredado del que cada uno desde su mundo interior es incapaz de desprenderse.
Gracias a mi amigo Juan Margallo por descubrirme en estos tiempos de hastío y escalas de valores tan vacías este mundo literario que habla mucho (yo diría que todo) sobre ese camino con destino incierto que recorremos a diario... Una conversación desde el Castillo de Montánchez mientras el sol con sus últimos rayos arañaba, furioso y triste, unas tímidas piedras envejecidas, apagadas.