domingo, 30 de septiembre de 2007

Lluvia poética

Llueve, y con la lluvia me apetece encerrarme y leer, solo, despacio, parando para mirar cómo el agua choca en los cristales de mi ventana y corre desesperada hacia abajo, sin rumbo, perdida.
Me encanta paladear la poesía en estas ocasiones más que en otras. No sé, siempre fue así. Caballero Bonald, Gamoneda, Santiago Castelo, Miguel Hernández... rodean mi mesa de estudio, perdida de papeles y de apuntes y de bolígrafos de colores. Releo a Rilke, a Luis Alberto de Cuenca y algún haiku perdido.
Sigue lloviendo. Cierro el ordenador porque el penúltimo capítulo del nuevo libro no me sale. Abro el correo pendiente. Prefiero colocar libros. Los tengo siempre desordenados, apilados unos encima de otros. Y me encuentro un librito de Neruda que leo como el primer día. Uno de sus versos me recuerda mucho a un poema que seleccioné para la antología que hice hace ahora un año sobre la obra total de Félix Grande para Renacimiento y la busco y la abro entusiasmado. Cuánto tiempo sin hablar con Félix. ¿Cómo estará? ¿Qué tal le irá a Paca? Cuántas ganas de perderme en uno de sus abrazos. Mañana les llamaré por teléfono.
Y la lluvia sigue, acompañándome de fondo en un mundo perdido de libros, de fotografías, de versos, de nombres, de amigos, de páginas por leer y por escribir.

sábado, 29 de septiembre de 2007

Villena en Littera

Qué me alegra la felicidad de mis amigos... Mucha pena me dio ayer viernes no poder acercarme a Don Benito para acompañar a mi amigo Antonio Reseco en la presentación del nuevo volumen que aparece en su cuidada editorial Littera Libros. En esta ocasión en su colección de narrativa y con un autor que se escapa por primera vez de nuestras fronteras regionales: Luis Antonio de Villena.
Parejas de sexo igual es el titulo del librito que no supera las 60 páginas, límite ideal que se marcó desde el comienzo la propia editorial. Se recopilan ocho artículos donde el autor recorre la vida de parejas de escritores homosexuales: Paul Verlaine, Oscar Wilde, Reinaldo Arenas o García Lorca entre otros. No pude asistir pero Villena le dejó a Antonio uno de los libritos dedicados para mí. Cuento los minutos para leer la dedicatoria y los artículos, que a buen seguro no pasarán desapercibidos.
Lleno hasta la bandera en la Casa de Cultura de Don Benito y llenas las satisfacciones de los editores, del propio autor (y mira que es exigente) y de todos los que admiramos la valentía de empresas así, tan volcadas en no descuidar los avatares culturales de nuestra región. Antonio, enhorabuena y gracias. Y por favor, que lleguen esas ayudas públicas para estas cosas, no vayamos a caer en el error de dejarlas pasar desapercibidas.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Pilar Galán, el otoño y las hojas

Me gustan los jueves porque, entre otras cosas, leo a modo de blog lo que mi amiga Pilar Galán escribe en su columna periodística. Aparece justo al final de El Periódico Extremadura, aunque yo es lo primero que leo. Es siempre luminosa, algo cascarrabias, brillante, hiriente y sobre todo irónica finísima. Sabe de lo que habla y le gusta jugar con todas las posibilidades que le ofrece el lenguaje (por algo es una de sus más fieles trabajadoras). Hoy ha titulado a su columna "Hojas secas" y de nuevo me ha encandilado.
Aquí va, querida Pali, como homenaje de afecto compartido y de admiración confesada tu columna; comparto tus pensamientos y tus palabras, como tantas veces. No te pido permiso, no vaya a ser que me lo prohibas, que nos conocemos... ¿Para cuándo otro esperpéntico control de alcoholemia?
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Así, sin enterarnos, estamos otra vez en otoño, y, aunque el calor se empeñe en lo contrario, la luz ya no es la misma. Anochece antes y han empezado a revolotear las hojas secas. Es tiempo de fascículos e informes de la OCDE sobre la situación de nuestro sistema educativo. De forma cíclica, como las estaciones, aparecen los anuncios que nos permitirán aprender un idioma en cómodas entregas de mil semanas y avisos de que las cosas en educación no son tan maravillosas como las pintan. Al principio, estas noticias hacen mucho ruido, luego, te acostumbras a pisotear los folletos, el primer fascículo, el informe educativo. Igual que si fueran hojas secas. Crujen un poco, arman revuelo con el primer soplo de brisa nocturna, pero luego desaparecen y todo vuelve a su lugar. No hablamos inglés, ni hacemos punto de cruz o coleccionamos miniaturas y tampoco tenemos una educación en condiciones, pero qué más da, si es otra vez lo mismo. Mientras los políticos se empeñan en igualar siempre por abajo, en diseñar un bachillerato a la carta y en hacer demagogia con los planes de estudio, la OCDE nos recuerda cómo andamos. Aquí todos tienen acceso al sistema educativo, otra cosa es que este sea de calidad. Con la excusa de hacerlo aún más igualitario, lo están convirtiendo en algo que nadie quiere. Y la enseñanza pública, que debería ser el buque insignia de cualquier gobierno, está al borde del naufragio más estrepitoso, entre planes demenciales y dinero malgastado. En fin. Hojas secas, informes educativos y fascículos de idiomas. Cosas del otoño que se olvidarán pronto en un país donde lo importante siempre es otra cosa.
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[El Periódico Extremadura, 27/09/2007]

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Tu rostro mañana

Me regalaron ayer por la tarde el último volumen de la gran novela Tu rostro mañana de Javier Marías. Grande por tamaño y por calidad. Ha sido su gran proyecto novelístico, según el autor. La ha dividio en tres entregas y suma en total casi mil setecientas páginas. En 2002 apareció "1. Fiebre y lanza", en 2004 "2. Baile y sueño" y ahora "3. Veneno y sombra y adiós". Confieso que al ver que el primer volumen no terminaba sino con la promesa de una segunda entrega me dio pereza. Había leído hacía muy poco Negra espalda del tiempo y Mañana en la batalla piensa en mí y sabía que Marías prometía mucho con esa nueva novela.
En Tu rostro mañana (informaba la crítica) el protagonista posee un don o una maldición: ver lo que la gente hará en el futuro, conocer hoy cómo serán sus rostros mañana, saber quiénes nos traicionarán o nos serán leales. La obra es un enorme cuadro donde ha volcado con profundidad y prosa arriesgada todo lo que quería decir -según él- de lo humano, de la guerra y de la paz, del olvido, de la muerte, del amor, de la importancia de hablar pero también de la conveniencia de callar. Autorizadamente se basó en las vidas de su padre -Julián Marías- y de su amigo Peter Russell; desgraciadamente ninguno de ellos conocerán ya este tercer y último volumen.
Es uno de los autores vivos que más prestigio literario tienen en Europa. Su nombre se recomienda además para el premio Nobel. Muchos han calificado ya esta trilogía como una de las grandes novelas de nuestro tiempo. He esperado impacientemente y ahora me regalan en una hermosa caja que se ha currado la editorial Alfaguara las tres novelas (en primera edición todas ellas). El autor confiesa que está exhausto, vacío de ideas, cansado. Le ha dedicado casi diez años. Es su retirada de la novela por un tiempo largo.
Javier Marías se conforma con aclarar que esta época le gusta cada vez menos para vivir... Felicidades y mucho ánimo maestro, gracias por el préstamo de tu sabiduría y que el descanso le sea propicio.

martes, 25 de septiembre de 2007

Conversación revolucionaria


- ¿Educación para la Ciudadanía? Hemos tenido mucha suerte; a mi hija se la da una monja en Las Carmelitas.

- ¡Ah! Pos que bien...

(Mutis por el foro. Telón).

lunes, 24 de septiembre de 2007

Imagen primera de Campoamor

El asturiano Ramón de Campoamor nacía un día como hoy, 24 de septiembre de 1817 (cumpliría por tanto 190 años). Me llamó siempre la atención de este romántico realista el dramatismo de sus versos, su maestría a la hora de contar las cosas más cotidianas o los hechos más sublimes, rozando casi la espiritualidad. Hombre de su tiempo, chaquetero inteligente que supo alternar entre la política, la religión y la literatura. Una poesía dotada de cuidada musicalidad, de una teatralidad casi para ser representada. Conocidísimo en su época, leído y muy reeditado, admirado incluso por Rubén Darío, hoy parece arropado por un susurro casi silencioso.
Me quedo con Los pequeños poemas, donde irónicamente agrupó sus grandes poemas narrativos; sobre todo con el popular "El tren expreso", una conmovedora carta de despedida cerca ya de la muerte a aquella joven francesa que encontró en el tren, de vuelta a París, y de la que ya no podrá ser amante como le había prometido. Me gustó siempre ese recurso que tanto usa Campoamor de los amantes separados por la ausencia, que se citan en la contemplación del lucero de la tarde como forma de reencontrarse en la distancia; en este poemita, por ejemplo:
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UNA CITA EN EL CIELO
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"En la noche del día de mi santo"
(a Londres me escribiste)
mira la estrella que miramos tanto
la noche en que partiste."
Pasó la noche de aquel día, y luego
me escribiste exaltada:
"Uní en la estrella a tu mirar de fuego
mi amorosa mirada."
Mas todo fue ilusión: la noche aquella,
con harta pena mía,
no pude ver nuestra querida estrella...
porque en Londres llovía.
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Imagen poética desgarradora de la ausencia y el reencuentro en la distancia que también he intentado llevar yo a mis versos... Al igual que gracias a ti, mi vida, he logrado por fin dar forma y sentido a una de las mejores sentencias de Campoamor: "Es propio del amor, si es verdadero, compendiar en un ser el mundo entero".

domingo, 23 de septiembre de 2007

Aquiles y la tortuga

Zenón de Eleas fue un filósofo griego del que no se sabe mucho. Dejó escritas varias aporías o paradojas, y ésta es una de las más conocidas:
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Aquiles, el de los pies ligeros, es el corredor más veloz de toda Grecia. Y la tortuga... bueno, es una tortuga. Lenta. Ceremoniosa. Pesada. Arreglan correr una carrera. Aquiles corre diez veces más rápido que la tortuga, por lo que decide darle diez metros de ventaja.
Empiezan. Aquiles corre esos diez metros, pero en ese tiempo la tortuga corre un metro. Aquiles corre ese metro y la tortuga, diez veces más lenta, corre un decímetro. Entonces Aquiles corre ese decímetro, pero la tortuga corre un centímetro. Cuando Aquiles corre ese centímetro, la tortuga corre la décima parte de un centímetro. Y así infinitamente.
Aquiles, el de los pies ligeros, jamás podría alcanzar a la tortuga, aunque la carrera durara por siempre.
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Hay algo que no está bien. Creo (en mi ignorancia) que el razonamiento que aquí se hace no es correcto. No soy capaz de vislumbrar dónde está el error, pero el gran Borges haría un intento en 1964:
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Esta paradoja es atentatoria no solamente a la realidad del espacio, sino a la más invulnerable y fina del tiempo. La existencia en un cuerpo físico, la permanencia inmóvil, la fluencia de una tarde en la vida, se alarman de aventura por ella. Esa descomposición, es mediante la sola palabra infinito, palabra (y después concepto) de zozobra que hemos engendrado con temeridad y que una vez consentida en un pensamiento, estalla y lo mata. Mi opinión corre el doble riesgo de parecer impertinente y trivial: Zenón es incontestable, salvo que confesemos la idealidad del espacio y del tiempo. Aceptemos el idealismo, aceptemos el crecimiento concreto de lo percibido, y eludiremos la pululación de abismos de la paradoja.
¿Tocar a nuestro concepto del universo por ese pedacito de tiniebla griega?, interrogará mi lector.
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Lo incoherente sigue siendo, a día de hoy, que los demás lean en ti cosas ajenas a su persona y en ellas se vean aludidas. Dios me libre...

viernes, 21 de septiembre de 2007

El olvido que seremos

Cae en mis manos esta mañana, enredando entre las estanterías de una céntrica librería de Cáceres que desde hace años es mi librería, una de las novedades de Seix Barral, recién impresa en este mes de septiembre. Se titula El olvido que seremos y su autor es el colombiano Héctor Abad Faciolince. Viene abrazada en su faja publicitaria por palabras laudatorias de Javier Cercas, Rosa Montero y Manuel Rivas. La curiosidad, el poético título, el desconocimiento del autor y el argumento hacen que me la lleve a casa.
La novela gira en torno a la vida del padre del autor, médico entregado a la defensa de las igualdades sociales y los derechos humanos que morirá asesinado cruelmente. Llevo apenas cien páginas de casi trescientas y no puedo más que volver a iniciar su lectura... Emocionado, sobrecogido, tremendamente atravesado por un sentimiento doloroso y conmovedor. Hablar de la figura del padre nos ha dado frutos hermosos en la literatura universal (Manrique, Kafka o Naipaul me llegaron mucho). Mi momento actual me hace estar más unido que nunca a mi padre, el mejor padre del mundo, y este recuerdo desgarrador de Héctor Abad hacia su padre me ha agarrado el corazón fuertemente. He encontrado unas tristes palabras del autor sobre esta novela:
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[...] Entregué un libro, y lleva el título de El olvido que seremos, que es un pedazo de un verso póstumo de Borges, en la primera línea de un soneto que se llama “Epitafio”. Lo escribí, a intervalos y con muchas dificultades (dificultades mentales, resistencias internas), en los últimos tres años, pero tal vez sería más exacto decir que lo vengo escribiendo en los últimos 19 años, desde el momento en que encontré tirado en el suelo, en un charco de sangre, a mi papá. Es el único libro que he escrito por necesidad, por una necesidad íntima, y al mismo tiempo por obligación: es la única novela (digamos que es novela) que yo mismo me he impuesto como una obligación personal.
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Héctor Abad comenzó varias carreras universitarias pero no logró terminar ninguna. Se le expulsó de la Pontificia por escribir contra el Papa y se fue a vivir a Italia. Pasados los años regresó a su Colombia natal y cuando asesinaron a su padre decidió refugiarse nuevamente en suelo italiano tras recibir amenazas de muerte. Esta novela-diario personal late palabras durísimas, deja derramar lágrimas propias y ajenas, habla con cruel atino de la realidad de la ausencia, es capaz de cortar la respiración con imágenes imborrables y hacer que un suspiro te desate por completo el ánimo.
Nunca he sido lector veloz. No envidio a los que leen a la velocidad del rayo (casi en lo que yo tardo en leer sólo la contraportada) y corren a escribir sus impresiones. Pero con esta novela no podrás correr. Recuerda bien su título porque va a ser un gran éxito de crítica y lectores; estoy convencido de ello. Hace mucho que no leo nada igual. Recomendada cien por cien. Literatura luminosa, limpia, auténtica. Ya me lo dirás. No tienes que agradecerme nada.
...Y todavía me quedan casi trescientas páginas.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

La vuelta al cole

Regresa el otoño lleno de alumnos nuevos, compañeros nuevos e instituto nuevo. Este año muy cerca de casa, tan cerca que abro el balcón y oigo el timbre de entrada perfectamente. En este curso no madrugo, ni viajo en coche, aunque echaré mucho de menos las extraordinarias conversaciones que manteníamos entre amanecidas de niebla y carreteras vacías.
Además de Lengua y Literatura he tenido el privilegio de poder impartir "Educación para la ciudadanía", una asignatura estigmatizada con el escándalo y el bochorno de la Iglesia y del Foro de la Familia; políticamente tampoco el PP la ve con buenos ojos. Hoy ha sido el primer día que me he enfrentado a unos alumnos de 3º ESO ansiosos de saber algo sobre esta materia, que ya conocen de oidas por los medios de comunicación. Los temas que aborda son interesantes, prácticamente de primera necesidad, y preparan al joven de hoy a conocer la sociedad en la que vive acercándole a ella para que participe activamente. Madurar, ser críticos, adquirir una perspectiva global es lo que se pretende desde esta nueva apuesta educativa: La persona y su entorno, los barrios, pueblos y ciudades; las sociedades democráticas y los derechos humanos; el consumismo, problemas medioambientales, un mundo globalizado...
José Antonio Marina -reconocido profesor, filósofo y ensayista- ha sido el encargado de escribir uno de los libros de texto de esta asignatura y tristemente ha tenido que defenderse de muchas acusaciones absurdas desde la página web de la editorial SM:
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[...] Cada vez que surge un problema social (la droga, los accidentes de tráfico, la violencia doméstica, la falta de civismo, los fracasos familiares, los embarazos adolescentes, etc.) la gente se vuelve a la escuela reclamando soluciones. No podemos dedicar un cursillo a cada uno de esos asuntos. Sin embargo, muchos de ellos arrancan de una falta de responsabilidad personal, de la carencia de valores claros o de dificultades personales para dirigir la propia vida. Y estos asuntos pueden tratarse dentro de una asignatura cuidadosamente diseñada. Así veo yo la Educación para la ciudadanía.
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Estoy muy ilusionado con este proyecto. Confío en la buena disponibilidad que los adolescentes españoles muestran siempre en los momentos de cambio. Sé que este debate sólo acaba de empezar. Los docentes sufrimos con frecuencia el síndrome de la soledad y es importante prevenirlo; el maestro Marina es un buen ejemplo, una garantía de peso, y la tarea a su lado será mucho más fácil.
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[En la foto, el Presidente del Gobierno presentando
"Educación para la ciudadanía" en el Congreso,
con el libro de Marina en la mano -3 de julio de 2007-]

domingo, 16 de septiembre de 2007

Viaje a Ítaca

Mi admirado Luis Felipe Comendador (amigo y poeta en la cercanía del sur de Salamanca) me dice que está montando un blog con sus blog's preferidos; y que me ha colocado en él porque disfruta mucho con la lectura de mis cosas. La idea me apasiona. Decirle a los demás qué caminos transito, describir la huellas ajenas para hablar de uno mismo, para darse a conocer ante los demás.
Querido Luis Felipe: gracias por tu lectura y tu complicidad. ¿Cuántos poemas tuyos, cuántos textos de finísima ironía, cuántas entradas de tu ácido y acertado blog, cuántas imágenes explosivas de tu diccionario literario como ésta me das permiso para sustituir por mis huellas? Ya lo decía el maestro: "Caminante son tus huellas el camino y nada más". Gracias por dejarme caminar a tu lado. La deuda es mía, solamente mía.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Abrazando los brazos al cielo...

Qué tristeza más profunda, casi sin aire ni sombra, al leer en la página de José María Lama la noticia de una carta recién descubierta sobre la muerte de García Lorca. La publicó La Razón en junio de este año, pero como viajo mucho y no leo este tipo de periódicos no me enteré. Manuel Luna, un franquista granadino, cuenta en primera persona cómo presenció y participó en el fusilamiento del poeta granadino.
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[...] Fui de los que asistieron, en una mañana de agosto, al fusilamiento, en el cementerio, ante las fosas abiertas, de setenta rojos, todos ellos bandidos, asesinos, criminales, violadores, incendiarios... Y gocé mucho, muchísimo, porque se lo merecían. Entre ellos estaban el presidente de la Diputación roja Virgilio Castilla, el ex gobernador rojo de Alicante Vicente Almagro, el alcalde rojo de Granada Montesinos (un médico), el ingeniero de caminos y ex diputado constituyente Santacruz, el ex alcalde de Granada Fajardo, el diputado Corro y otros más, médicos, catedráticos, abogados, ingenieros, procuradores, etc. Hicimos una buena limpia. Algunos días después cogimos al gran canalla de García Lorca -el peor de todos- y lo fusilamos en la Vega, junto a una acequia. ¡Qué cara ponía! Abrazaba los brazos al cielo. Pedía clemencia. ¡Cómo nos reíamos viendo sus gestos y sus muecas! Pertenecí a la ronda depuradora de Ruiz Alonso.
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La carta escrita en los años cuarenta va dirigida a Melchor Fernández Almagro, felicitándole por un artículo que publicó en La Vanguardia Española en mayo de 1939 titulado "Genealogía de los rojos". Melchorito, ay, el mismo al que su amigo Federico dedicó su mágico libro Canciones en 1927...
No puedo entender esto. No estoy preparado para ni siquiera releer cosas así. ¿Por qué pueden existir personas como éstas, sin escrúpulos, sin corazón, sin humanidad? Manuel de Falla ya se enteró que hicieron sufrir mucho al poeta y que fue humillado cruelmente. Antonio Machado imaginó poéticamente su asesinato con versos que todavía hielan:
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Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
...Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.
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Cuánto hijo de puta. Pobre Federico...

lunes, 10 de septiembre de 2007

Correspondencias poéticas

Recibo hoy por correo dos libros de dos amigos. Primero abro el sobre gordo, remitido desde el madrileño diario Abc; después uno acolchado, algo más pequeño, desde Cáceres.
Santiago Castelo me envía, con una cariñosísima dedicatoria que me emociona cada vez que la leo, su poemario Siurell; se editó en Palma de Mallorca en 1988. Hace una semana que le presenté en mi pueblo como presidente del jurado de nuestro VIII Certamen Literario Internacional "Villa de Montánchez"; cerré su biografía leyendo uno de los poemas que más me gustan de él, sacado precisamente de este libro:
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[...] Y si muere la voz alza mi anhelo al viento
entre las vagas sombras, violetas, de la noche
donde yo pueda siempre pronunciarme en tus labios.
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Hablamos de esta primera edición, preciosa, ilustrada por Jaume Falconer, inencontrable. "Nadie mejor que tú para tener este libro, querido", fueron sus palabras. Y aquí está ya conmigo, uniendo más si cabe a modo de puente esta amistad nuestra nacida en la literatura y en la complicidad de la tierra. Cuánto quiero a Castelo... y él lo sabe.
El otro libro me lo envía el bueno de Javier Pérez Walias, viejo amigo también como me recuerda en la dedicatoria. Me manda la reedición de un libro de 1998: Cazador de lunas. Ahora, diez años después, recuperado en la colección Monosabio del Ayuntamiento de Málaga, con una paralela edición especial de grabados de mi querido Juan Carlos Mestre. Cuánta salud rezuman estos versos. Qué me alegran las alegrías de mis amigos.
Dos libros, uno con casi veinte años y el otro con casi diez que regresan a mí en distintas maneras y modos. Qué me gusta esta poética de la amistad.

sábado, 1 de septiembre de 2007

Regresando

Llegamos hoy Emma y yo a Montánchez después de una semana en el pueblo soriano de Villar del Río. Hemos pasado allí las fiestas en honor a Santa Filomena, patrona del pueblo, virgen y mártir; murió con apenas 13 años. Toda la fiesta gira en torno a esa virginidad vista desde la tradición: cintas azules y rojas (que sólo llevan los chicos y que regalarán a mitad a una soltera del pueblo) y un chopo cortado a la orilla del río en el que las mozas atan sus pañuelos para que los mozos lo paseen por las calles.
Me emocionan las tradiciones bien heredadas. Un pueblo pequeño, casi deshabitado, que moran unos cuarenta vecinos durante el resto del año, que vive con fervor las fiestas de San Juan y de Santa Filomena, que cantan "la Peseta" hasta quedar afónicos, que bailan "el Rosco" y que siguen cantando las coplas de madrugada a los recién casados.
En Montánchez nos esperan ahora las fiestas patronales. Son otra cosa. La fe hacia la Virgen del Castillo se entremezcla bulliciosamente con los toros y las verbenas. Porque, aunque muchos lo ignoren, hay vida después de los Encuentros en Montánchez, Diálogo de Culturas. Qué más cultura que las tradiciones de nuestros antepasados. Qué más diálogo con nuestra historia que la de revivir estas celebraciones. Si es que a estas alturas ya está todo descubierto...