Toda la semana llevamos paseando Emma y yo (ella con más paciencia que el santo Job) por varios pueblos sorianos. Nunca me cansa caminar por esta zona tan rica y miscelánea. A Emma le sigue sorprendiendo cuando le pido que me lleve por pueblos pequeñitos, olvidados, abandonados muchos de ellos totalmente hace años: Yanguas, Ruedas de Enciso, San Pedro Manrique, Aldealcardo,... Las ruinas me sobrecogen.
En nuestra ruta por Tierras Altas paramos ayer sábado en Castilfrío de la Sierra para visitar a mi querido Fernando Sánchez Dragó, amistad larga y duradera desde que en el año 2000 pasó en Montánchez una semana. Su casa es enorme, verdaderamente bonita, con mucha luz y miles de libros. Charlamos largamente y nos enseñó cual visita turística todas y cada una de las estancias. Naoko, más guapa y joven que nunca, tuvo la mejor de sus sonrisas. Allí en casa estaban su famoso ataúd, su gimnasio y dos gatitos, familia directa del difunto Soseki. Fernando lo pasó mal y sigue emocionándose cuando nos cuenta con detalle la muerte de este gato tan especial; lo enterró junto al olivo que está plantado a la entrada de su casa. Está a puntito de publicar Soseki, inmortal y tigre en Planeta, donde este gato extraordinario, mágico y aventurero viaja por los pueblos de las Tierras Altas de Soria en busca de un hogar.
Volvimos a calzarnos las chanclas y nos despedimos con cuatro grandes abrazos. Nunca dejo de aprender a su lado, sobre todo en generosidad. Gracias por remarcar con afecto el camino del corazón.