domingo, 7 de abril de 2013

Desenterrando a Neruda

¡Pobre Neruda! Otra vez remueven sus restos, otra vez despiertan a sus fantasmas. ¿Por qué no le dejan descansar en su luna, en su terreno herido? Para qué; nunca sabremos la verdad...

VALS

Yo toco el odio como pecho diurno,
yo sin cesar, de ropa en ropa vengo
durmiendo lejos.


No soy, no sirvo, no conozco a nadie,
no tengo armas de mar ni de madera,
no vivo en esta casa.


De noche y agua está mi boca llena.
La duradera luna determina
lo que no tengo.


Lo que tengo está en medio de las olas.
Un rayo de agua, un día para mí:
un fondo férreo.


No hay contramar, no hay escudo, no hay traje,
no hay especial solución insondable,
ni párpado vicioso.


Vivo de pronto y otras veces sigo.
Toco de pronto un rostro y me asesina.
No tengo tiempo.


No me busquéis entonces descorriendo
el habitual hilo salvaje o la
sangrienta enredadera.


No me llaméis: mi ocupación es ésa.
No preguntéis mi nombre ni mi estado.
Dejadme en medio de mi propia luna,
en mi terreno herido.