Siempre que pienso en ti te veo cabizbaja, tecleando lentamente un móvil, callada, observando. No sé por qué pero te imagino en la noche, nunca de día rodeada de gente, siempre sonriendo en la oscuridad.
Tu voz es la que hace volar los sueños de mis pensamientos y mis manos. Y te imagino como yo, sola, pendiente del trabajo o del reloj o repasando fugazmente un día que ya termina y que casi es igual que el de ayer.
Nunca me apetece dejar de hablar contigo, renunciar a nuestras risas y nuestros enfados. No soportaría acostarme sin oir tu voz ni levantarme sin saber que tú también estás pensando en mí... ¿por qué existe la distancia si no la queremos?
Sigo extrañándote, como casi todos los días desde que hace más de dos años te conocí. "Me gusta cuando no callas y estás más que presente..."
Afortunado es don Antonio que te ve caminar, cerca del viejo olmo, con un libro de sus poemas en las manos. Qué suerte haber vivido junto a ti aquel eclipse en una noche estrellada, llena de flores y pájaros asustados. Qué idiota el que ignore en tu presencia el verdadero milagro de sentirse vivo.
Llega de nuevo la noche y con ella la luz de tu voz. Ven ahora a mi lado, deja que me tumbe para oirte y recógeme en tu abrazo para que pueda dormirme tarde y así el sueño no logre escaparse. Nunca.