jueves, 4 de febrero de 2010

Cartas de amor de Neruda

He comprado esta tarde en mi librería de siempre (Pilar me lo tenía reservado sin ni siquiera yo saberlo) una edición preciosa sobre Pablo Neruda; con el título genérico Cartas de amor, Seix Barral lanza este volumen especial en edición de Darío Oses.
En sus casi trescientas páginas se recoge el nutrido epistolario que el poeta escribió a Matilde Urrutia, seguramente el amor más intenso que tuvo Neruda; está fechado entre 1950 y 1973, pocos días antes de que falleciera el chileno. Su destinataria guardó celosamente hasta el final el preciado conjunto de cartas, papeles, tarjetas postales, sobres, poemas y dibujos que actualmente se custodia en la Fundación Neruda.
La edición reproduce con cuidado y facsimilarmente todos los documentos, con su necesaria trascripción en página contigua. A mí siempre me gustó este Neruda íntimo; acudo con frecuencia a aquella otra joya titulada Cartas y poemas de juventud que publicó el Banco Exterior en 1983 con los papeles privados que se conservan de los que surgieron entre Pablo Neruda y Albertina Rosa Azócar, su primer amor y musa de sus famosos Veinte poemas. Ahora aquí nuevamente descubro a un hombre desgarrado, sincero, abierto, auténtico, quizá más sereno; Neruda en estado puro.
En 1946 Pablo (todavía unido a Delia del Carril) conoce a Matilde Urrutia en un concierto al aire libre; la pasión que surgió entre ambos se volvería cada vez más intensa y perdurará hasta la muerte del poeta. La correspondencia inédita reunida en este volumen único refleja con detalle muchos de los momentos vividos por ambos: celos, alegrías y caricias llenan cada carta, cada dibujo, cada verso. Como ejemplo, dos notas manuscritas en papeles con membrete del hotel Cornavin de Ginebra fechadas en los años cincuenta:
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No eran celos, amor, sino exigencia de tu plenitud, de tu totalidad.
Ahora ya te he arado entera, te he sembrado entera, te he abierto y cerrado, ahora eres mía.
Para siempre!
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Amor mío, piensa en todas partes que estoy a tu lado, más bien que soy parte de ti misma.
Quiero no sólo amarte, alma mía, sino ayudarte a vivir.
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Sin palabras... Qué pudor al leer confesiones ajenas. Cuánta emoción, desbordada y contenida. Recomendadísimo.