viernes, 26 de febrero de 2010

El oficio de poeta

Quiéranlo o no los nefelibatas de la exégesis literaria, la escritura se nutre de la experiencia -o inexperiencia- vital. De la biografía, en suma. Y nosotros los lectores, ¿qué buscamos con preferencia sino este ingrediente biográfico, más o menos desleído en la obra literaria, trascendido y potenciado por la imaginación y la técnica creadora?
El ejercicio de la literatura, tanto por parte del lector como del autor, lo preside un "conócete a ti mismo" que ambos esgrimen, el uno frente al otro. Al "muéstrame" y "muéstrate" que pide el lector corresponde el "mírame" y "mírate" del autor. La diferencia entre los grandes escritores y los escritores necesarios puede que estribe en la mayor o menor disociación de la sensibilidad (o sentimiento individual) y receptividad colectiva. Por mucho virtuosismo técnico que prodigue el autor, no llegará a calar profundamente en el lector sin la necesaria dosis de humanismo. ¿Qué lector se siente plenamente satisfecho si no se considera de algún modo concernido por lo que lee? ¿No es, en el fondo, una posibilidad de nosotros mismos lo que más nos atrae y cautiva en una obra literaria?
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Fragmento extraído de la introducción del recientísimo libro El oficio de poeta. Miguel Hernández escrito por el sabio profesor Eutimio Martín (Madrid, Aguilar, 2010). Llevo pocas páginas leídas pero creo que será la definitiva reconstrucción de la trayectoria humana y literaria de Miguel Hernández, una detallada biografía donde se tratan los aspectos más polémicos de la vida y la obra del autor de Viento del pueblo sin cabida para una visión ingenuamente romántica. Ya os contaré...