miércoles, 20 de octubre de 2010

Miguel Moreno

Esta mañana ha muerto Miguel Moreno, Cronista Oficial de Soria, a los 84 años; llevaba en el hospital varias semanas y hace pocos días fui a visitarle... y a despedirme. Qué tristeza tan larga y qué tiempo escaso para compartir (tan sólo tres años) conversaciones, paseos y afectos.
Leo ahora en la prensa digital algunas cosas... Nacido en el pueblo soriano de Velamazán en 1927, ha ejercido de maestro y periodista (por el ingenio de su lenguaje se le bautizó como "Quevedo soriano") y, en su dilatada carrera profesional, fue director del periódico Campo Soriano y contribuyó a la puesta en marcha de las jornadas rito-gastronómicas de las matanzas del Virrey Palafox en El Burgo de Osma. Ha sido Cronista oficial de la ciudad de Soria durante los últimos 26 años e hijo adoptivo de la misma desde principios de la década de los noventa. Miembro titular del Centro de Estudios Sorianos (CES), era además Cronista oficial de Ágreda, San Pedro Manrique y Navaleno, y tenía en su poder el título de Soriano del Año (1987) y Comendador de la Orden Civil del Mérito Agrícola; además estaba en posesión de la Orden de Alfonso X el Sabio y en 1990 fue nombrado Caballero de Turismo de Castilla y León.
Estudioso de Soria y viajero hasta sus últimos rincones, ha publicado medio centenar de libros sobre la provincia, entre ellos Por los pueblos sorianos (1956 y 1970), obra declarada de interés turístico nacional; su último libro, La Torre Nueva de Velamazán, fue publicado en septiembre de 2009.
El Ayuntamiento de Soria ha decretado dos días de luto por su fallecimiento; y por decisión de todos los grupos políticos han decidido hoy dedicarle una calle en la ciudad, destacando el profundo conocimiento y "el sincero aprecio por esta tierra y sus gentes".
Otra voz insustituible que se apaga. Recuerdo en este momento con melancolía sus palabras de ánimo cuando gracias a su entusiasmo me nombraron Cronista de Montánchez; y también aquel verano de 2008 en el que nos hizo a Emma y a mí un recorrido largo y hermoso por Soria y sus alrededores (en la foto estamos los tres delante de Santo Domingo), siguiendo con detalle en atención a mis predilecciones los pasos de Antonio Machado (publicó en 1975 un libro fantástico titulado Apuntes y ocurrencias sobre "La tierra de Alvar González y "Campos de Castilla"). Su casa de Pedraza, llena de recuerdos y de vida, estaba siempre con las puertas abiertas; qué rico el vino que nacía en su bodega, cómo cuidaba las amistades, cuánta generosidad y cuántos regalos en todas las ocasiones. Repaso lentamente las dedicatorias de sus libros (al "colega" y a la "presunta"), las fotografías, las cartas. Todos sus recuerdos me llegan ahora desordenados, se presentan golpeándome a la vez la cabeza y el corazón. Me acuerdo mucho de Maruja y me gustaría darle ahora mismo un abrazo fuerte y sostenido. Qué pena que tanta luz se apague, que tu inteligencia enmudezca en tu ausencia. Un hombre bueno, grande, cariñoso. Nosotros dos también te querremos siempre, D. Miguel. Descansa en paz. Ya te echo de menos, querido amigo.