Ayer se cerraban definitivamente en Soria las Fiestas de San Juan. Han sido unos días intensos, muy intensos, y marcados mágicamente por tres figuras que los sorianos cantan en todas sus canciones y representan gráficamente en los logotipos de sus doce cuadrillas: el sol, el vino y el toro. La mejor, la de San Miguel.
Cada día es diferente y cada jornada cuenta diferente. Compra, Saca, Toros, Agés, Calderas y Bailas... Qué emocionante la marabunta de jóvenes gritando a todo pulmón "¡Adios, adios San Juan!". He disfrutado muchísimo con Carlos, Almu, Juancar, Sara y Emma; cada día. Vino afrutado muy engañoso que hace que te envalentones, el Tubo con sus olores complicados y sus canciones para el recuerdo (menudo ejercicio de memoria), la Alameda con sus rosas y sus estrellas fugaces de colores, camisetas blancas y pañuelos siempre manchados por la alegría de compartir con desconocidos, risas y puñetazos en los corrales, corridas de toros sacadas de una película de Berlanga, carnes vacunas y botas alegrísimas de mano en mano... y tres truchis paseando por las calles entre piropos regados de amistad reinaugurada.
Qué pena que la heroica ciudad vuelva a dormir su siesta hasta el año que viene. Qué triste y solitario queda el Collao, como el viejo Olmo.