Esa transparencia que declamaba entre doloroso y altivo el gran Juan Ramón Jiménez se me viene ahora a la mente. Expresión exacta de mis pensamientos, de mis sensaciones.
Esta mañana he tomado conciencia de las carencias de esas personas que simplemente se creen con el don divino de la iluminación, de la sabiduría, de la voz total. Cuánta escasez de raciocinio, cuánta presunción de algo que no tiene he detectado en sus palabras, por teléfono. No tenía defensa ninguna y recurría al insulto fácil, a la descalificación, a sentar cátedra dramaturgia en estos tiempos que corren.
Uno -que es más educado- acabó alterándose pero siempre con las palabras justas, con la sinceridad de pareceres y opiniones, reclamando para sí y para otros lo que cree legítimo. Simplemente corroboraba esta mañana lo que llevo sospechando ya algunas semanas. No se pueden confiar los sueños en gente que ya no cree, que no tiene fantasía, que ha mermado ya su acción de escuchar, razonar y comprender... Y me colgó el teléfono diciéndome que cogiera aire.
Y eso que a esto le llamamos "Diálogo de Culturas". Pues ni diálogo ni cultura. Menudo tranconazo hemos dado. Esperemos que Montánchez ponga paz, sosiego y fantasía, mucha fantasía, a los ojos dormidos de esos que ni siquiera quieren aprender a mirar.
¡Qué pobreza tan grande y tan oscura!