Fin de semana de libro en la Feria de Madrid, en el Retiro. Emma, con más paciencia que la que hubiera tenido Job, aguantaba catálogos, marcapáginas, publicidad y también libros. Gente, casetas, gente, libros, escritores, gente. Casi cuatrocientas casetas este año, y es que esto de Madrid es demasiado. Mucha cola para firmas en dos nombres: Eduardo Galeano y Almudena Grandes; también Laura Gallego seguida por cientos de estudiantes en cuyas caras veía la de mis alumnos. Primer encuentro en la frente: Julián Rodríguez en una caseta con sus libros de Periférica y concediendo entrevista televisiva (¡cuánto me alegro de sus éxitos!). Saludos y presentaciones a cada siete pasos: Mendicutti, Espido, Garzo, Mateo Díez, Marías, Gala, Silva, Dragó,... Encuentro especial y no planeado con Santiago Carrillo, historia de España vivísima, que me regaló una conversación lenta, afectuosa y una dedicatoria sincera en su biografía sobre la Pasionaria.
Emoción y palabras largas de cariño renovado con Luis y Almudena, poesía y novela, cuyos abrazos me llenaron de nostalgia y recibieron como suyo a un nuevo nombre tan literario. Con Inma Chacón café y lluvia, nombres propios y ajenos y en los ojos el mismo brillo de siempre. Y mi querido Mestre, con su memoria y sus acuarelas uniendo nuestros tres nombres en el terreno de lo mágico.
Quizá esta Feria no sólo sean libros; por eso habrá siempre quienes vean en todo esto letra muerta. Pobrecillos.