martes, 10 de junio de 2008

Melancolía optimista

Con un abrigo largo, de ante, marrón claro, y unas gafas que se parten a la mitad, con un anteojo para cada lado, colgando, unidos alrededor del cuello por un cordón también marrón... Cuántos meses sin vernos y que poco ha variado el brillo de sus ojos, esa sonrisa amplia y sincera y ese abrazo largo. Mirada triste debajo de palabras abiertas, tan granadinas, y rodeado de gente. Quedamos en vernos por la tarde para charlar y garabatear sobre su Vista cansada (Visor, 2008), un nuevo poemario seis años después donde Luis García Montero se desnuda más que nunca. Sus cincuenta años recién cumplidos le han dado valentía, serenidad, capacidad para resumir un universo único.
También en sus Inquietudes bárbaras (Anagrama, 2008) se confiesa en su último capítulo, recordando y analizando su mundo poético, haciendo inventario de conversaciones y soledades. Y compara la escritura poética con la imagen iluminadora machadiana de una barca que espera en la costa la subida de la marea. "Con esta edad ya me puedo permitir contar lo que quiera", me dice, sonriendo orgulloso junto a su hija pequeña, cada día más alta y más guapa.
Me han emocionado muchos, muchísimos versos. Y he reconocido al poeta, sus miedos y preocupaciones, sus remordimientos, sus dudas, su personal "ajuste de cuentas con la realidad". Porque Luis es un hombre bueno, tremendamente orgulloso de su oficio de poeta. Cuidador meticuloso de amistades y amores, viajero incansable (siempre acompañado) y exigente lector. Profesa el don del virtuosismo. Y está enamorado hasta las trancas de su intimidad, de su hogar, de su familia. Soy afortunado por compartir su tiempo, sus amistades, sus afectos. Una amistad ya vieja -me escribe-, pero no cansada.
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PREGUNTAS A UN LECTOR FUTURO
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¿Está lloviendo?
¿Tal vez en los tejados
confundes la verdad con la belleza,
y un bienestar antiguo
duerme la sombra líquida del tiempo?
¿O es un día de sol,
de los que ruedan por el mundo
sin esperar la primavera,
hasta caer hermosos y rendidos
junto al invierno gris de tu ventana?
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¿Estás fumando?
¿Has conseguido respirar la nube
de tu tranquilidad,
el pacto de los cuerpos con el humo?
¿Has servido la copa
que te devuelve a la razón más tuya,
a la barca que sabe descansar en su orilla?
¿Pesa ya en la madera de tu edad
el oleaje de lo que se pierde?
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¿Estás solo?
¿Alguien lee a tu lado,
en la otra butaca de la noche?
¿Esperas a que suene
el portero automático
para dejar el libro
y compartir las horas
con el amor que manda en los relojes,
para sentirte libre y excitado,
por un momento libre,
sin ambición ni deuda?
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Y no voy a negarlo desde hoy:
agradezco el azar de esta ocasión
en la que tú me salvas del olvido.
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Pero no me consuela,
si yo no puedo recordar la vida.
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(Poema-prólogo de Vista cansada,
su último libro de versos publicado).