Empiezo mayo, en el día del trabajo, tumbado en el campo con amigos. De las cuatro pastillas y dos inhalaciones que me tomo para mi alergia a pólenes y ácaros (dos y uno por la mañana, dos y uno por la tarde) me tomé todo junto sobre las 11, por si acaso... Eso me ha llevado a un estado de total y absoluta modorrera. Con Gema, María, Celia, Javi, Juanki y Jose, y también Jana (una dálmata guapísima), hemos estado en el embalse de Valdesalor, tumbados como podíamos entre una colchoneta hinchable y una manta estilo Womad. La barbacoa al fondo, tan al fondo que ni me he acercado a ella; válgame la excusa de los medicamentos...
Ha sido un día de esos bonitos. La gente que pescaba a nuestro alrededor ha huido con cara de pocos amigos cuando la Perra callejera y Chinole se han puesto a dúo a cantar las canciones de Pimpinela, que atronadoramente sonaban de fondo con las puertas del coche de Javi cerradas "porque gastaba batería". Era alucinante pero se sabían todas las letras (el popurrí incompleto que luego pinchó el baby del grupo sería aún peor). Dos niñas se han estado acercando toda la mañana a nuestro campamento accidental; al final incluso nos han regalado una barra de pan del Carrefour (y nosotros que ni les dimos agua una hora antes). Al final el cargo de conciencia nos hizo regalarles una chuleta poco hecha para las dos. A media tarde nos acercamos a tomar café de puchero a una especie de chiringuito cercano. Todo cerrado. Pero de pronto, como caída de no sé donde, sonaba una música que reconocía, parecida al himno del PP: la camioneta esa de los congelados que recorre calles y pueblos. Una caja de ocho helados y todos contentos (el que sobraba también para las niñas). La búsqueda de tesoros por el viejo torreón campo a través queda pendiente para otro día. De regreso parada en el pueblo para retomar café. Dos opciones: el hogar del pensionista o Pimi. Nos quedamos con el segundo, lleno de jóvenes con barriga que juegan al futbolín. En el minibar sólo dos chicas y vestidas iguales (de leopardas).
Llegada a casa y descanso obligado tirado en el sofá. Nadie coge el teléfono en Soria; allí sigue nevando. El nuevo mes inaugurado viene fuertecito: Jurado literario en la Diputación de Cáceres y Gala Literaria, Womad, cierre de temarios de 2º de Bachillerato y exámenes finales rumbo a la Selectividad, Feria de Cáceres y Elecciones municipales y regionales (con mi nombre nuevamente en las listas). Sólo pensar en la agenda me entran los siete males; peor sería no tener nada o ni siquiera agenda. Me sería imposible estar desocupado. Como dice mi amigo Javi que es un cinco clarísimo, si no se está haciendo algo uno no se siente vivo. Menos mal que los libros afortunadamente pueden seguir ocupando mis ratos de ocio.