Ahora los científicos confirman que los pedos de canguros pueden detener el cambio climático. Por lo visto tienen estos marsupiales una bacteria en el estómago que permite una digestión más eficaz de los alimentos; gracias a ella los gases de los canguros no contienen metano, uno de los que más acentúan el calentamiento de la Tierra junto con el CO2. Ya iremos viendo si acaban implantándonos a todos esa bacteria canguril. Los efectos secundarios podrían ser catastróficos: ¿Dejarán de oler mal nuestras flatulencias? ¿Harán más o menos ruidos? ¿Podremos identificar la autoría de cada una de ellas?
Algún día de estos acabarán por convencernos de que leer, incluso poesía, es casi tan necesario como respirar. Y, mientras, el mundo y quienes lo habitamos en calentamiento perpetuo.