El catalán Joan Margarit (Sanaüja, Lleida, 1938) acaba de ganar hace pocas horas el Premio Nacional de Poesía por su flamante y último libro Casa de Misericordia (Visor), galardón que se concede a la mejor obra poética publicada en territorio español en cualquiera de las lenguas, oficial o cooficiales; un poemario que ya había recibido el Premio Nacional de la Crítica, el Rosalía de Castro y el Poesía de Catalunya. El propio Margarit en el Epílogo del libro explica el título, su origen y concepción:
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"El título de este libro es el de uno de los poemas que contiene y que comencé a concebir mientras visitaba una exposición sobre la Casa de Misericordia, donde podía verse fotografías y documentos ligados a la historia de esta institución. Tres cosas quedaron en mi mente: en primer lugar, el edificio, enorme, austero y bruñido de tan limpio, con los niños y las niñas siempre graves y en orden, en pie o sentados, en un orden casi militar. En segundo lugar, las solicitudes, muchas de las cuales eran de viudas de asesinados en la represión del final de la guerra civil, que pedían el ingreso de sus hijos por imposibilidad de mantenerlos. En tercer lugar, los informes de los jueces y otros funcionarios del nuevo régimen sobre aquellas solicitudes.
Las Casas de Misericordia fueron instituciones de gran severidad, rayana a veces en la maldad, pensaba yo, recordando aquellos años de posguerra, los años de mi infancia, cuando eran referentes familiares en nuestra vida cotidiana. Y en este punto, me venían a la mente las solicitudes de las madres, y la conclusión era clara: la intemperie era mucho más espantosa. Por esto se afanaban para hacer que sus hijos entrasen en aquel lugar. Y en este punto, la mente daba un salto hacia la poesía, hacia lo poco que quizá servía un poema para ayudar a soportar el dolor y las carencias. Pero no hay nada más, y si esto es triste, mucho más triste es la intemperie sin los versos. La poesía: una especie de Casa de Misericordia".
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Este es el poema que da título al libro; el mejor premio para sus lectores. Enhorabuena, querido poeta, y gracias por tu generosidad y tu consuelo:
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CASA DE MISERICORDIA
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El padre fusilado.
O, como dice el juez, ejecutado.
La madre, ahora, la miseria, el hambre,
la instancia que le escribe alguien a máquina:
Saludo al Vencedor, Segundo Año Triunfal,
Solicito a Vuecencia poder dejar mis hijos
en esta Casa de Misericordia.
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El frío del mañana está en la instancia.
Hospicios y orfanatos fueron duros,
pero más dura era la intemperie.
La verdadera caridad da miedo.
Igual que la poesía: un buen poema,
por más bello que sea, será cruel.
No hay nada más. La poesía es hoy
la última casa de misericordia.
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