Hoy mis AUSENCIAS cumplen mil días y la celebración me da sensación de vértigo, de precipicio. Me gusta mirar atrás, hacer memoria, pero me inquieta el paso del tiempo. Sobre todo a un ritmo fugaz. Gracias a todas las personas que entráis aquí casi a diario porque sin lectores la escritura sólo quedaría para uno; ahora mismo el contador marca 211.174 visitas, una media de doscientas al día... No tengo palabras. Me gusta mucho mostrarme a través de estas páginas, de estas imágenes. Ojalá vengan otros mil días y otros mil y otros mil. Cercano y lejano ese martes 20 de junio de 2006 donde comenzaba a escribir este cuaderno de hojas volanderas que partían de un intenso pensamiento de Ortega: "Una buena parte de los hombres no tiene más vida interior que la de sus palabras".
Quiero recuperar aquí aquella primera entrada. Poco a cambiado desde entonces este blog a juzgar por lo que pensaba entonces y lo que pienso ahora. Que cada uno interprete lo que quiera, que de eso se trata. Aquí va la primera anotación en estas hojas ausentes y gracias a ti tan vivas:
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RECIÉN LLEGADO
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Uno nunca sabe si está en el sitio adecuado ni en el momento idóneo. Quizá la necesidad de la palabra mueve desde hace ya tiempo mis intereses por estos blog de amigos, que me acompañan casi cada tarde, que conversan conmigo de cerca como quién cuenta el susurro de un secreto exiguo.
Uno nunca sabe si esto que escribe caerá en buenas manos; lo más probable es que en malas, porque como últimamente se está poniendo este ruedo nuestro extremeño es mejor salir por patas que contemplar escaldado... Ay! cuánta envidia y yo qué joven.
Uno nunca sabe si es necesario que haya algunos que se señorean de sus miserias y presumen de sus lecturas. Que se saben voz de la literatura extremeña y encima se autoproclaman doctor honoris causa por las palabras perdidas.
Uno no sabe si ganar enemigos por encorsetarse definitivamente o no al par de corrientes que han esclavizado de forma excluyente y casi discriminatoria la poesía hecha en Extremadura en los últimos veinte años (conversación privada mantenida con mi amigo adinerado).
Uno nunca sabe si esto de no ser escritor, pero escribir cada día más que de vez en cuando, le llega ciertamente a reconfortar. Y digo yo ¿será posible que alguna vez dejemos de mirarnos como de lejos y acertemos a pasear juntos (con o sin asociación, por poner un vocablo conocido)?
Uno nunca sabe si realmente se rodea de buenos escritores y malas verdades o de falsas sonrisas y verdaderos amargados. ¡Cuánto hablo de esto con mi escritora y amiga, pareja de hecho en cenas y jurados y risas y complicidades!
Uno nunca sabrá, ojalá y lo supiera mañana, si estos que escriben sobre los mismos paisajes por los que caminamos diariamente, estos que con gestos cariñosos siempre tienen media palabra de afecto (o casi ninguna... verdad querido amigo? cuánto despropósito con esos pendientes tuyos que a mí me fascinan), estos que publican libros y corres a leerlos para alegrarte con ellos, estos que al fin y al cabo son amigos impuestos (permítanme la fusión) y que algún día se aproximen a ti y el abrazo único sea verdadero.
¡Si uno supiera tantas cosas...!
Uno nunca sabe si esto que escribe caerá en buenas manos; lo más probable es que en malas, porque como últimamente se está poniendo este ruedo nuestro extremeño es mejor salir por patas que contemplar escaldado... Ay! cuánta envidia y yo qué joven.
Uno nunca sabe si es necesario que haya algunos que se señorean de sus miserias y presumen de sus lecturas. Que se saben voz de la literatura extremeña y encima se autoproclaman doctor honoris causa por las palabras perdidas.
Uno no sabe si ganar enemigos por encorsetarse definitivamente o no al par de corrientes que han esclavizado de forma excluyente y casi discriminatoria la poesía hecha en Extremadura en los últimos veinte años (conversación privada mantenida con mi amigo adinerado).
Uno nunca sabe si esto de no ser escritor, pero escribir cada día más que de vez en cuando, le llega ciertamente a reconfortar. Y digo yo ¿será posible que alguna vez dejemos de mirarnos como de lejos y acertemos a pasear juntos (con o sin asociación, por poner un vocablo conocido)?
Uno nunca sabe si realmente se rodea de buenos escritores y malas verdades o de falsas sonrisas y verdaderos amargados. ¡Cuánto hablo de esto con mi escritora y amiga, pareja de hecho en cenas y jurados y risas y complicidades!
Uno nunca sabrá, ojalá y lo supiera mañana, si estos que escriben sobre los mismos paisajes por los que caminamos diariamente, estos que con gestos cariñosos siempre tienen media palabra de afecto (o casi ninguna... verdad querido amigo? cuánto despropósito con esos pendientes tuyos que a mí me fascinan), estos que publican libros y corres a leerlos para alegrarte con ellos, estos que al fin y al cabo son amigos impuestos (permítanme la fusión) y que algún día se aproximen a ti y el abrazo único sea verdadero.
¡Si uno supiera tantas cosas...!
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