viernes, 16 de noviembre de 2007

Saramago a los 85

José Saramago llega hoy a los 85 años. Lo admiro y lo leo hace casi tantos, a no ser porque yo supero por poco la treintena. Tuve la suerte de charlar más de media hora con él, su mujer Pilar del Río y Julio Anguita en febrero de 1999 encerrados en uno de los camerinos del Auditorio de Cáceres mientras mi madre -la pobre- esperaba en la calle preocupadísima (era el homenaje de Izquierda Unida de Extremadura al reciente Premio Nobel; hay muchos testigos que corroborarán mi historia, además de una dedicatoria muy explícita y una foto conmovedora).
Nunca olvidaré la primera vez que leí Ensayo sobre la ceguera... Ojalá pudiera volver a tener la misma sensación de desconocimiento cuando regreso a sus páginas, muy a menudo por cierto. Ya he perdido la cuenta de las veces que la he regalado: "Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que viendo, no ven". Su larga y triste carga existencialista me removieron la mente y el alma, me engancharon para siempre al ciclón que luego sería -y es- Saramago. Me encantaría estar esta tarde con él y con su mujer en Madrid, en el acto de felicitación por su octogenaria juventud y vitalidad. Lo celebraré leyendo alguna de sus cosas. Por lo pronto el título de la nueva novela que prepara me encanta: El viaje del elefante. Confiesa que algunas veces las vidas largas significan soledad, pero no es su caso. Tras tres intentos, le llegó el amor definitivo, una casa final en Lanzarote y el estímulo de miles de lectores.
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Se entra en la vejez cuando se tiene la impresión de ocupar cada vez menos lugar en el mundo. Durante la infancia y la adolescencia creemos que él es nuestro y que existe para ser nuestro, en la madurez comenzamos a sospechar que no es del todo así y luchamos para que lo parezca, se comienza a ser viejo cuando se comprende que nuestra existencia le es indiferente al mundo. Claro que siempre lo había sido, pero no lo sabíamos.
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Por muchos años que cumplas siempre permanecerás joven en tus libros. Qué suerte seguir encontrándote en cada una de tus páginas, comprometido con todas las causas abiertas por la humanidad. Enhorabuena maestro; no te canses de contarnos sobre esta vida, sobre sus brillos y sus sombras. Contigo nuestra ceguera se llenará siempre de luces y no habrá sitio para la indiferencia.