El profesor y poeta Luis García Montero deja definitivamente la enseñanza en la Universidad de Granada después de 27 años. La absurda sentencia judicial que se daba a conocer hoy le condena por injurias a José Antonio Fortes, su "compañero" en el departamento de la Facultad.
No me apetece nada recordar las afirmaciones vejatorias -según varios testigos- que en su día aireaba este tipo sobre García Lorca y Ayala, o los insultos y acusaciones al propio Luis y a su familia. García Montero ya escribió en octubre de 2006 un artículo en El País ("Lorca era un fascista") donde aprovechó para poner en su sitio a Fortes y puntualizar los comentarios que exponía impunemente en sus clases según los alumnos. Todos allí saben la verdad, pero parece que la ignoran cuando deben echarle cara. Luis no ha encontrado el apoyo que necesitaba entre sus compañeros y con mucha tristeza se va...
No me apetece nada recordar las afirmaciones vejatorias -según varios testigos- que en su día aireaba este tipo sobre García Lorca y Ayala, o los insultos y acusaciones al propio Luis y a su familia. García Montero ya escribió en octubre de 2006 un artículo en El País ("Lorca era un fascista") donde aprovechó para poner en su sitio a Fortes y puntualizar los comentarios que exponía impunemente en sus clases según los alumnos. Todos allí saben la verdad, pero parece que la ignoran cuando deben echarle cara. Luis no ha encontrado el apoyo que necesitaba entre sus compañeros y con mucha tristeza se va...
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PROBLEMAS DE GEOGRAFÍA PERSONAL
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Nunca sé despedirme de ti, siempre me quedo
con el frío de alguna palabra que no he dicho,
con un malentendido que temer,
ese hueco de torpe inexistencia
que a veces, gota a gota, se convierte
en desesperación.
Nunca se despedirme de ti, porque no soy
el viajero que cruza por la gente,
el que va de aeropuerto en aeropuerto
o el que mira los coches, en dirección contraria,
corriendo a la ciudad
en la que acabas de quedarte.
Nunca sé despedirme, porque soy
un ciego que tantea por el túnel
de tu mano y tus labios cuando dicen adiós,
un ciego que tropieza con los malentendidos
y con esas palabras
que no saben pronunciar.
Extrañado de amor,
nunca puedo alejarme de todo lo que eres.
En un hueco de torpe inexistencia,
me voy de mí
camino a la nada.
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El poeta no quiere recurrir la sentencia porque es absurdo alargar las cosas. Deja la enseñanza, ha pedido una excedencia y se refugia en su casa en busca de otra vida. Creo de corazón que es una pérdida irreparable. Se hace de noche y la ciudad permanece dormida como en otras tristes ocasiones. ¿Seguirá agitándose en Granada, pobre Granada, la peor burguesía de España?