Santiago Carrillo, a punto de entrar en la centena, acudía anoche a un programa de televisión donde repasó su vida, revisó las memorias que publicaba hace poco y analizó concienzudamente la situación política actual. Sus opiniones fueron lúcidas y sensatas y vimos a un hombre educado, sin resentimientos, conocedor del mundo de hoy y duro con las injusticias sociales.
¡Cuánta historia sentada en ese sillón! Nombres y más nombres poblaron una conversación luminosa y fluida. Emocionado, antes de irme a dormir, busqué sus literarias y extensas memorias y la biografía que escribió sobre La Pasionaria (que cariñosamente me dedicó en el mes de junio pasado, adornando con fotografías y apretones de manos nuestras palabras) y me paseé lacónicamente por sus páginas... Qué lección de humanidad. Qué horteras los que tintan todo de sucia política. Cuánto debemos a gente como él, a lo que él representa vivamente, y qué ingratos, tacaños e ignorantes nos mostramos.