
Hace ahora pocos años que mi abuela Josefa se despedía, casi sin ruido, de toda la familia. Yo la imaginé avanzando por un camino muy similar a éste. Montánchez está repintado aquí y allá por estrechos senderos que nos suben a la sierra o nos bajan hacia el llano; las paredes de piedra hablan del pasado y del trabajo del hombre cuando era hombre. ¡Cuántas veces me acuerdo de mi abuela y de nuestras conversaciones! Romancillos populares, leyendas del pueblo sólo guardadas en su memoria, impresiones impresionantes sobre el devenir de los días que compartíamos, el pasado de nuestra familia, su historia de amor con mi abuelo que todavía me emociona... Cuántas charlas interrumpidas, cuántos caminos por recorrer juntos, cuántas comidas por compartir. Te sigo añorando demasiado abuela. Un beso grande y sonoro, como los tuyos.