miércoles, 21 de febrero de 2007

Cinco días y tres noches

Y apareció, como aparecen los duendes, casi al anochecer. Se paseó conmigo de la mano y nos mirábamos a los ojos. Las palabras se acompañaban esta vez de besos y risas cómplices... Mientras, en la calle, las gentes (¡pobres ignorantes!) creían sentirse felices.