"Ya no queda más consuelo/que la tarde", dice en un poema mi amigo Antonio Reseco. ¡Cuántas reflexiones en estos días con esta frase! Don Antonio Machado siempre decía que existía algo seco porque antes estuvo verde, que sentíamos el desamor porque antes nos invadió el amor, que llegaba el final del día, la tarde dorada, porque antes habíamos visto amanecer...
Todos los días me levanto con una música telefónica que me trae tu voz, mi vida. Todos los días viajo ilusionado hacia mis clases y mis alumnos, y en el trayecto hablamos los amigos del nosotros y de nuestras circunstancias. Todos los días hay nuevos libros en mi mesa, regalos fortuitos o buscados que me hacen más feliz, más pleno. Todos los días pienso en esa frase que siempre me acompaña y que me susurra a cada momento que existimos porque alguien piensa en nosotros y no al revés. Todos los días mi padre, mi madre y mi hermano.
Y llega la tarde y con ella la noche, y me reconforta pensar que este día que he vivido es mío, es diferente a otros y ya nadie me lo podrá arrebatar nunca. Y me tumbo en el sofá, con luz disimulada, y me arropo con mi pequeña manta amarilla de cuadros para que los primeros rayos del día me deslumbren y me hagan caminar nuevamente hacia la calle, en mi busca.