lunes, 10 de septiembre de 2007

Correspondencias poéticas

Recibo hoy por correo dos libros de dos amigos. Primero abro el sobre gordo, remitido desde el madrileño diario Abc; después uno acolchado, algo más pequeño, desde Cáceres.
Santiago Castelo me envía, con una cariñosísima dedicatoria que me emociona cada vez que la leo, su poemario Siurell; se editó en Palma de Mallorca en 1988. Hace una semana que le presenté en mi pueblo como presidente del jurado de nuestro VIII Certamen Literario Internacional "Villa de Montánchez"; cerré su biografía leyendo uno de los poemas que más me gustan de él, sacado precisamente de este libro:
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[...] Y si muere la voz alza mi anhelo al viento
entre las vagas sombras, violetas, de la noche
donde yo pueda siempre pronunciarme en tus labios.
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Hablamos de esta primera edición, preciosa, ilustrada por Jaume Falconer, inencontrable. "Nadie mejor que tú para tener este libro, querido", fueron sus palabras. Y aquí está ya conmigo, uniendo más si cabe a modo de puente esta amistad nuestra nacida en la literatura y en la complicidad de la tierra. Cuánto quiero a Castelo... y él lo sabe.
El otro libro me lo envía el bueno de Javier Pérez Walias, viejo amigo también como me recuerda en la dedicatoria. Me manda la reedición de un libro de 1998: Cazador de lunas. Ahora, diez años después, recuperado en la colección Monosabio del Ayuntamiento de Málaga, con una paralela edición especial de grabados de mi querido Juan Carlos Mestre. Cuánta salud rezuman estos versos. Qué me alegran las alegrías de mis amigos.
Dos libros, uno con casi veinte años y el otro con casi diez que regresan a mí en distintas maneras y modos. Qué me gusta esta poética de la amistad.