jueves, 4 de octubre de 2007

El sueño de las manzanas

Este sábado 6 de octubre la Asociación Foro por la Memoria va a llevar a cabo la exhumación de una fosa en Carmonita, pequeño pueblo pacense justo en los límites entre Cáceres y Badajoz. Se pretende encontrar los restos de ocho personas, seis de ellas vecinas de Alcuéscar (muy cerca del mío, de Montánchez), fusiladas por un escuadrón de Falange a finales de septiembre de año 1936. Un equipo de técnicos compuesto por 23 personas (cinco arqueólogos, dos documentalistas, dos abogados y un antropólogo forense) se encargarán de esta exhumación, gracias a la denuncia por desaparición interpuesta en los juzgados de Mérida en el mes de junio pasado. Los estudios técnicos de la finca han sido favorables y han propiciado el inicio de la excavación. Según las estimaciones del Foro por la Memoria, el desenterramiento se prolongará hasta mediados de octubre, si no hay complicaciones.
Con el inicio de la Guerra Civil y el avance de las tropas golpitas por las provincias de Huelva, Badajoz y Cáceres, numerosas personas que, de uno u otro modo, habían colaborado con la legalidad republicana, huyen de sus localidades de origen hacia otras donde esconderse o no ser reconocidos. Este es el caso de Santos Jiménez y cuatro de sus hijos, Juan José, David, Justino y Manuel, que junto a Manuel Corchero marchan de Alcuéscar hasta la cercana localidad de Cordobilla, en agosto de 1936. Santos había sido durante algunos años jefe de la policía local de su pueblo. Denunciado al jefe local de Falange, son detenidos y conducidos sobre el 20 de septiembre de ese mismo año, junto a dos vecinos de la localidad de Carmonita, a una de las entradas de la finca "El Segador", donde son fusilados y enterrados.
Más de setenta años después podrán descansar en paz. Mientras, aquí sentado frente al periódico en el que leo esta noticia, me viene al corazón el eco triste y premonitorio de la "Gacela de la muerte oscura" de Federico García Lorca:
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Quiero dormir el sueño de las manzanas,
alejarme del tumulto de los cementerios.
Quiero dormir el sueño de aquel niño
que quería cortarse el corazón en alta mar.
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No quiero que me repitan que los muertos no pierden la sangre;
que la boca podrida sigue pidiendo agua.
No quiero enterarme de los martirios que da la hierba,
ni de la luna con boca de serpiente
que trabaja antes del amanecer.
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Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto;
que hay un establo de oro en mis labios;
que soy el pequeño amigo del viento Oeste;
que soy la sombra inmensa de mis lágrimas.
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Cúbreme por la aurora con un velo,
porque me arrojará puñados de hormigas,
y moja con agua dura mis zapatos
para que resbale la pinza de su alacrán.
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Porque quiero dormir el sueño de las manzanas
para aprender un llanto que me limpie de tierra;
porque quiero vivir con aquel niño oscuro
que quería cortarse el corazón en alta mar.
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