Llego hace un rato a Montánchez; algunos fines de semana ya que no veo a mis padres y el abrazo se hacía necesario. Los próximos sábados y domingos los tengo comprometidos.
Vengo de Badajoz, de celebrar su Fiesta Cultural (ya cuatro años consecutivos) donde se fallan los premios "Ciudad de Badajoz" de Poesía, Novela, Periodismo y Escultura; y a partir del año que viene de Pintura. Premios que me reúnen de nuevo con grandes y buenos amigos y con esta gente del Ayuntamiento (Consuelo, María y Juanma) que tan bien nos cuidan. Fernando Marías, Lorenzo Silva, Marta Rivera de la Cruz y otros muchos narradores que se han convertido en cómplices no sólo literarios sino de comidas y cenas y risas. En lugar privilegiado mi querido y admirado Manolo Pecellín. En nuestra mesa de poesía (con la ausencia enorme de Santiago Castelo, tan liado como siempre) entre otros Álvarez-Buiza, Ángel Sánchez Pascual (maestro muy cercano), Ramírez Lozano (con su excelente Corambo emeritense para todos), Diego Valverde Villena y Luis Alberto de Cuenca.
Diego es una persona especial, inteligentemente culto, preparadísimo para todos los avatares que nos va repartiendo la vida. Desde el principio nos caímos bien y hemos procurado que no decaiga. Reímos y hablamos mucho. Sin él estos premios no supondrían lo mismo para mí. Ahora vuela camino de Jordania, al Cervantes. Nos volveremos a ver ya, en poquísimo tiempo.
Luis Alberto de Cuenca no deja de sorprenderme en cada conversación, en cada encuentro. Coincidimos en opiniones literarias y hablamos nuevamente de últimas adquisiciones y descubrimientos. Me ha quedado muy inquieto su última recomendación literaria de mediados del XIX (casi manuscrita) y además cinéfila; novela hecha película en los años sesenta y ahora recuperada y puesta a punto por un admirado Spielberg. Ya le he dicho que como no sea para tanto se la tengo jurada. Qué pobre el panorama narrativo español de los últimos años... Hispanoamérica nos está devolviendo la llegada de Colón con autores de voces fuertes, misceláneas, llenas de matices. Qué buena gente Luis Alberto y lo que uno aprende a su lado. Hemos cerrado palabras con próximo encuentro en Madrid. Me promete sorpresa.
Vengo de Badajoz, de celebrar su Fiesta Cultural (ya cuatro años consecutivos) donde se fallan los premios "Ciudad de Badajoz" de Poesía, Novela, Periodismo y Escultura; y a partir del año que viene de Pintura. Premios que me reúnen de nuevo con grandes y buenos amigos y con esta gente del Ayuntamiento (Consuelo, María y Juanma) que tan bien nos cuidan. Fernando Marías, Lorenzo Silva, Marta Rivera de la Cruz y otros muchos narradores que se han convertido en cómplices no sólo literarios sino de comidas y cenas y risas. En lugar privilegiado mi querido y admirado Manolo Pecellín. En nuestra mesa de poesía (con la ausencia enorme de Santiago Castelo, tan liado como siempre) entre otros Álvarez-Buiza, Ángel Sánchez Pascual (maestro muy cercano), Ramírez Lozano (con su excelente Corambo emeritense para todos), Diego Valverde Villena y Luis Alberto de Cuenca.
Diego es una persona especial, inteligentemente culto, preparadísimo para todos los avatares que nos va repartiendo la vida. Desde el principio nos caímos bien y hemos procurado que no decaiga. Reímos y hablamos mucho. Sin él estos premios no supondrían lo mismo para mí. Ahora vuela camino de Jordania, al Cervantes. Nos volveremos a ver ya, en poquísimo tiempo.
Luis Alberto de Cuenca no deja de sorprenderme en cada conversación, en cada encuentro. Coincidimos en opiniones literarias y hablamos nuevamente de últimas adquisiciones y descubrimientos. Me ha quedado muy inquieto su última recomendación literaria de mediados del XIX (casi manuscrita) y además cinéfila; novela hecha película en los años sesenta y ahora recuperada y puesta a punto por un admirado Spielberg. Ya le he dicho que como no sea para tanto se la tengo jurada. Qué pobre el panorama narrativo español de los últimos años... Hispanoamérica nos está devolviendo la llegada de Colón con autores de voces fuertes, misceláneas, llenas de matices. Qué buena gente Luis Alberto y lo que uno aprende a su lado. Hemos cerrado palabras con próximo encuentro en Madrid. Me promete sorpresa.
Anoche no pude dormir bien. No fue la cama, enorme en el hotel lujoso donde nos hospedábamos; tampoco la gran cena, trasnochamos para que bajase entre copas y confidencias. Creo que el sueño se ha alejado por convertirse en realidad. Soy muy afortunado, lo sé, me lo creo. La literatura forma ya parte de la vida de uno quizá por demasiados caminos.