domingo, 21 de octubre de 2007

Testamento lorquiano

El País ("Periódico global en español") ha cambiado el diseño y la letra, le ha puesto tilde ¡por fin! a su cabecera y ha añadido demasiado color azul. Pero sus páginas hoy domingo traían la grata noticia de que gracias a la recuperación del manuscrito de Poeta en Nueva York de Lorca estamos a punto de ver la versión definitiva de la gran obra del andaluz universal.
Más de tres años ya que la familia Lorca (con el incombustible Manuel Fernández-Montesinos al frente) se acercó a una famosa casa de subastas inglesa para hacerse con los borradores que se decían perdidos; papeles manuscritos, mezclados con notas de poemas publicados en ciertas revistas o incluso puesta en limpio y pasada a máquina de algún original. Todo ello dejado por Lorca en la mesa de Bergamín, en su editorial madrileña Cruz y Raya, a mediados de julio de 1936 con una nota estremecedora: "Querido Pepe: He estado a verte y creo que volveré mañana. Abrazos de Federico". Todavía faltaban muchas correcciones que hacer a esa amalgama de papeles, tachados y doblados casi sin orden. Pero nunca sabremos la última voluntad de su creador, que moriría asesinado un mes después.
José Bergamín utilizó este borrador en su exilio mexicano para que aparecieran dos ediciones de Poeta en Nueva York, dos publicaciones (oh, sorpresa) diferentes. Y luego vendría la historia que todos conocemos: el silencio largo y alarmante de Bergamín, su ¿desconocimiento? del paradero final del manuscrito, la búsqueda sin éxito por muchos de estos valiosos papeles, su aparición casi novelesca años después en una casa de subastas...
La familia Lorca siempre supo que existía, pendiente de cualquier jugarreta sucia y mezquina donde la amistad no lo fue tanto. Ahora para suerte de todos los lorquianos los papeles más personales de Federico, los poemas de su mejor libro, de su testamento literario, ya están en limpio para ofrecernos de la mano de la Fundación Lorca y de varios estudiosos del granadino la edición definitiva y más cercana a la última decisión del poeta. Es cierto que el inseguro y nunca satisfecho Federico hubiera cambiado muchas cosas, desde dedicatorias hasta versos completos, pasando incluso por el orden o las partes. Pero eso nunca lo sabremos. Ya falta menos para la aparición final de uno de los mejores libros del siglo XX, y será en Nueva York, la ciudad que le vio nacer y que inspiró al poeta sus reflexiones más hondas y desgarradas. Mi querida Laura García Lorca está al frente del proyecto, por lo que todo quedará a la altura de la más exigente calidad.
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[...] Pero no son los muertos los que bailan,
estoy seguro.
Los muertos están embebidos, devorando sus propias manos.
Son los otros los que bailan con el mascarón y su vihuela;
son los otros, los borrachos de plata, los hombres fríos,
los que crecen en el cruce de los muslos y llamas duras,
los que buscan la lombriz en el paisaje de las escaleras,
los que beben en el banco lágrimas de niña muerta
o los que comen por las esquinas diminutas pirámides del alba. [...]
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La espera ha sido de más de setenta años. Injusta, muy injusta. Pero los versos americanos de Federico García Lorca, imperecederos, pertenecerán para siempre (a pesar de muchos) a nuestra memoria más íntima y colectiva.